viernes, 30 de marzo de 2018

LA LOCA DE ARRIBA

                                                         Imagen: www.silicon.es

¿Y tú qué estás pensando mientras estás parado?, esto me preguntó ayer mi padre. Yo, en nada, miro la formación de las nubes, veo la gente pasar, escucho cuanto me dices, pero no voy de un pensamiento a otro… no hay pensamientos. Él se extraña de que esto sea posible, porque él está siempre cavilando, no deja la mente tranquila, vamos, que es autónoma, que le va por libre, puede pensar una cosa y otra y otra, sin parar. Eso es una angustia, una intranquilidad, siempre tiene una preocupación, todo trata de imaginarlo, se inventa las situaciones… ese es un trabajo agotador.
La cabeza está para buscar información en la memoria cuando hace falta, hacer un cálculo o pensar una estrategia a voluntad, pero no para que nos vuelva locos. Cantidad de gente no vive presente porque está constantemente viviendo pasajes de su cabeza, no viven su vida porque están viviendo la de los demás. La gente no está atenta al momento presente, suele irse al pasado o proyectando un futuro incierto. La cabeza hay que dejarla quieta y usarla como si fuera una herramienta a nuestro servicio, y no lo contrario. No podemos estar nosotros al servicio de la loca de arriba, expresión que le escuché a un psiquiatra en una ocasión.
Mucha gente se vuelve tóxica por el mal uso de su cabeza, solo barajan pensamientos negativos, solo comparten negatividad, solo saben quejarse y así no se sale del pesimismo en el que se ve envuelta esa gente. La vida hay que afrontarla con positividad, aceptando y continuando la marcha. Nada debería ser tan grave como para que te desestabilizara hasta hundirte. Lo más grave que se da en la vida es perder la propia vida, por eso, cuanto antes aceptemos que la muerte se puede dar en cualquier instante y que solo representa la relajación infinita, el fin de cualquier problema, etc., todo irá mucho mejor. Es cuestión de comprensión, y a lo expuesto añadir el magnífico dicho sabio, al que siempre recurro: “Si el problema tiene solución para qué te vas a preocupar. Si el problema no tiene solución, para qué te vas a preocupar”. Cuando se plantea una situación si tiene solución, no hay que preocuparse, sino ocuparse para lograr la solución, pero cuando la situación no tiene solución, solo queda la aceptación de que es así… y ya está, no hay otra, nos pongamos como nos queramos poner.
Todo ese cuchicheo, ese critiqueo, que en muchos es una constante en sus vidas, hay que abandonarlo… no sirve para nada. No es positivo crear malestar en los otros o, como muchos hacen, repartir su propio malestar entre otros. Antes había uno molesto y ahora hay varios más que también lo están, ¿para qué ha servido? Comparte amor, di frases bonitas, aprecia lo bueno en los demás. Entre todos debemos alzar el nivel de humanidad, educación, solidaridad, responsabilidad, etc., del conjunto. Modifica tus hábitos si quieres que algún día llegue el cambio a tu vida. Vierte hacia el exterior lo bueno que hay en ti, busca la manera de desprenderte de tu porquería sin salpicar a los que están a tu alrededor. Te propongo que lo hagas ayudándote de un diario o de un cuaderno donde puedas desahogarte. La escritura es un medio terapéutico formidable.

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