jueves, 29 de marzo de 2018

¿UNA SEMANA ESPECIAL?

                                                           Imagen: grado24.blogspot.com

La Semana Santa, una semana como otra cualquiera, aunque más molesta. Tiene siete días, hay más multitud de personas concentrada en puntos concretos de la ciudad, hay calles cortadas al tráfico y ruidos de tambores. Hay apropiación de la calle por parte de la Iglesia, aunque dirán que no tiene nada que ver la iglesia, que son hermandades. El centro de atención de los medios, en esta semana, es precisamente esa exhibición religiosa por toda la ciudad. Me vuelvo a preguntar: ¿qué sucede con la ofensa a los sentimientos no religiosos?
La tradición es algo que me repatea, nunca he entendido su imposición o, mejor dicho, su permanencia en el tiempo. Creo que son cosas de su tiempo, pero que después de ello, hay que evolucionar, no quedarse anclado al pasado. Yo creo que la tradición perdura porque se vende tradición, tiene un sentido comercial para la ciudad y los empresarios de la misma. De lo contrario, creo que nadie se interesaría por las costumbres antiguas y se olvidarían.
Soy incapaz de salir de casa para ver cofradías, meterme en una bulla de gente, el incordio de no saber dónde dejar el coche… además todo esto es contrario a mi sentir, a mi verdad, así que paso. Hay quien dice que lo que le gusta es el arte de las figuras que se representan en los pasos. Hay quienes disfrutan escuchando las marchas que tocan las bandas que acompañan a las procesiones. Hay quienes van porque se sienten obligados por dar a conocer a sus hijos o nietos esta manifestación religiosa-festiva. Hay quienes disfrutan de unas mini vacaciones en esta semana, y se marchan de sus ciudades a otros destinos. Algunos no alteramos nuestras costumbres, seguimos haciendo lo mismo que hacemos cualquier otra semana, no hay motivo para cambiar nada.
Estas cosas metidas desde pequeños, están metidas en sangre, para muchos resulta casi una droga que la viven a tope, siguiendo los itinerarios de cada hermandad, viendo a una en un lugar determinado de la ciudad y, a otra, en otro punto. Así se pasan toda la semana y terminan destrozados pero contentos. Como vemos hay para todos los gustos, pero por encima de todo se desatiende el carácter aconfesional de nuestro Estado español. Es una semana en la que se impone el sentido religioso exhibido por las calles, algo que no debía estar permitido. Quien quiera practicar y disfrutar de lo religioso, que lo haga dentro de los templos, en las iglesias, sin inmiscuirse en la marcha de la ciudad, sin imponer ningún ritmo religioso a los que no sentimos de esa manera. Eso es respeto, Los que quieran que practiquen su religión en su templo sin ser molestados, pero que no nos hagan participes de sus convicciones a los demás.
Esto es como en los tiempos antiguos, en los que todos los poderes se rendían a los poderes eclesiásticos, de ahí los privilegios con los que cuentan la Iglesia, hasta hace bien poco no pagaban IVA, no pagan IBI de los edificios dedicados al culto, reciben subvenciones públicas, etc. ¿Por qué en un Estado aconfesional tenemos que correr con parte de sus gastos?

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