domingo, 18 de agosto de 2019

BICHITOS QUE NOS PONEN EN PELIGRO

                                                     Imagen: www.slideplayer.es

            La noticia de hace unos días es la infestación con listeria proveniente de la carne mechada, de la marca comercial “La Mechá” y fabricada por la industria sevillana Magrudis. El germen patógeno que ha provocado el brote de listerioris produce diarrea, fiebre y dolor de cabeza, pudiendo llegar a ser mortal en algunos casos: niños, ancianos o embarazadas.
            Eso es lo que ha sucedido, pero el quid de la cuestión es por qué, por qué el bichito se cuela en la producción de un alimento, por qué se salta el control de calidad o analítico de la empresa que lo produce. De ahí, que nos asalte, una vez más, el miedo y nos cuestionemos si estamos seguros con aquello con lo que nos alimentamos. Nos llevamos todo el día consumiendo productos envasados, fabricados en industrias de las que desconocemos su grado de pulcritud y control en el manejo de las materias primas que se utilizan para conseguir muchos de esos alimentos que consumimos.
            Algunas industrias realizan un control aleatorio de muestras de algunas de sus fabricaciones por si detectan algo nocivo o extraño. Sin embargo, casos como este y otros muchos que hemos sufrido a lo largo de la historia, nos deberían valer para comprender que antes de poner un producto destinado para ser ingerido, sea comido o bebido, cada lote fabricado debiera ser sometido a un control y a unos análisis rigurosos.
            Las empresas buscan cada día vender más que sus competidores y, para ello, tratan de poner sus productos en el mercado a un precio inferior que los demás. En esta lucha por conseguir una mayor cuota de mercado, hay empresas que adquieren partidas de materia prima más económica por canales poco fiables, que tal vez mezclen con sus materias con las que fabrican habitualmente, consiguiendo abaratar los costes de la mezcla realizada. El origen más o menos desconocido de esas materias que incorporan a la fabricación pudiera ser el desencadenante de lo que ha sucedido, pero esto es pura sugestión mía.
            Todos nos podemos imaginar que tratar de vender más que nadie, cuando los productos tienen un coste fijo y uno variable para todas las empresas muy parecido, es difícil de llevar a cabo con una bajada significativa del precio del producto, a menos que exista una anomalía sintomática. El mal de la sociedad actual es el estado de alerta continuado y competitivo en el mercado. Solo tener que preparar los productos para que puedan permanecer en buen estado, durante días, en las estanterías de los supermercados, es motivo para que se adulteren los productos y se les añada cantidad de sustancias ajenas a nosotros, los consumidores, pudiendo acarrear futuras enfermedades. Digo futuras enfermedades, porque probablemente las sustancias se añaden en tan pequeñas cantidades que no provoquen efectos inmediatos, salvo en determinadas personas especialmente sensibles a algunos de los aditivos. O sea, el tratar de vender más también se hace a costa de nuestra salud, algo que a las autoridades no les debe parecer mal cuando lo permiten. Nos llevamos todo el día consumiendo alimentos y bebidas adulterados… ¡demasiado bien estamos!
            Ya que estamos en tema alimentación, me gustaría abundar en algunas de las ideas que tengo sobre este tema, algunas de esas ideas son más normales o llevaderas, y otras más radicales o excéntricas. Por un lado, como base, tendríamos que saber alimentarnos, deberíamos conocer algo sobre nuestro organismo y sobre los alimentos, deberíamos aprender algo de dietética para confeccionar nuestras propias dietas para la familia y para mantener mejor nuestra salud. Por otro lado, tendríamos que comer productos ecológicos. Alimentos que no hayan sido rociados o pulverizados con cantidad de sustancias venenosas. Siempre nos dicen que esos venenos no llegan a nuestros organismos, cómo es posible que estén pulverizando ciertas plantas desde que nacen y los frutos de las mismas estén exentos de sustancias nocivas a la hora de consumirlos.
            Entrando un poco en el sentido radical de la alimentación y el respeto por la vida animal, insto a que investigue el gobierno una alimentación completa sin la incorporación de ningún tipo de carne, pero no por el hecho de no consumir carnes en buen estado, sino por el respeto de la vida de los animales, organismos complejos, similares a los nuestros, porque en el ser evolucionado no cabe asesinar.
            Por último, el aspecto más radical de los estilos en los que pienso para alimentarnos, sustituir la alimentación tal como la conocemos por capsulas de alimentos extractados y disecados, que nos aseguren una alimentación completa y siga evitando el sacrificio o asesinato de miles de millones de animales que se sacrifican cada día en el mundo. Este sistema nos evita tener que ir a comprar o el trastorno diario de saber qué vamos a poner de comer. No hay que hacer la compra ni hay que meterse en la cocina… ¡un gran problema diario resuelto!

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