lunes, 19 de agosto de 2019

MÁS ACERCA DEL TRABAJO

                                       Imagen: www.charlasdeseguridad.com

En otras ocasiones he reflexionado sobre el trabajo, una vez más vuelvo a retomar el tema, visto que los políticos siguen sin enterarse y sin querer mover una mano para solucionar los abusos y las dificultades en el mundo laboral. Todos sabemos que hay empresas en las que te dan de alta, o sea, cotizan a la seguridad social por algunas horas, pero te exigen jornadas de muchas más horas cada día. Hay empresas que abonan un salario bajo, pero exigen trabajar diez o doce horas diarias. Existe también la moda que se impuso hace unos años de meter las pagas extras en el montante del salario, maquillando el importe del mismo, cuando lo que ha significado es que perdamos las dos pagas extras; con los años y las subidas correspondientes que debieran haber tenido los sueldos, hemos perdido poder adquisitivo, se han esfumado las pagas.
Como vengo diciendo últimamente, hay cantidad de trabajos que se realizan en condiciones de trabajo muy penosas, y en las que los trabajadores jugamos con nuestras vidas cada día, pero esto no parece importar mucho a ciertos empresarios y tampoco a las autoridades laborales, políticos, etc. Es corriente que te manden hacer trabajos sin los medios adecuados que te den toda la seguridad que requiera la tarea a realizar, y no hablo de los EPIs, que por lo general te los da el empresario, aunque en muchas ocasiones no sean los mejores, o como se suele decir… son quita multas en algunos casos, de mala calidad, sin pensar en el trabajador, pero para que la empresa no pueda ser sancionada. ¿A cuántos trabajadores nos han mandado hacer trabajos a una cierta altura con una escalera normal y corriente, que para acometer la faena hay que subirse al último peldaño, dejando todo el cuerpo a merced de un mal balanceo o un poco de desequilibrio para partirse la cara en el suelo, cinco o seis metros más abajo? ¿Cuántos trabajos se ejecutan en estas fechas veraniegas rozando el golpe de calor, sin que nadie medie para que se corrijan los horarios y se eviten las horas de más calor?, ya sé que redujeron la jornada, bueno, no que la redujeran propiamente dicha, sino que la hicieron intensiva, por ejemplo de 7 h a 15 h; pero es que desde las once de la mañana hace mucho calor, no digamos de una a tres de la tarde. No se trabaja cómodamente, todas las tareas se convierten en mucho más pesadas, cuesta tirar de tu cuerpo agotado por las temperaturas, bañado en sudor, teniendo que beber a cada momento y el consiguiente riesgo de que el exceso de calor ese día te pueda o te fulmine, como cada año suele ocurrir. Los trabajos pesados hay que realizarlos de noche, con focos, o bien de día bajo grandes carpas abiertas para que el poco aire que se mueva suavice la temperatura en el ambiente de trabajo, pero nunca bajo el sol directo.
Trabajar, en el fondo, no está mal y puede llegarse a sentir placer al realizarlo, pues es una forma de colaborar para conseguir cubrir unas necesidades de la gente, del propio trabajador, así como de su familia. Todo depende de la actitud, te pagan para que trabajes, y nadie debiera necesitar que le estuvieran vigilando, pues se encuentra otra gran satisfacción al tratar de hacer tu trabajo lo mejor que te sea posible. Pero los trabajadores necesitamos respuestas, reciprocidad por parte de la empresa, de los encargados, de los jefes o de los dueños. Hasta la relación laboral puede llegar a ser hermosa, como dije antes es cuestión de la actitud de ambas partes, el trabajador necesita ser respetado y encontrar satisfacción en la contraprestación a sus esfuerzos, y los empresarios necesitan buenos trabajadores que sean capaces de obtener una producción adecuada al tiempo empleado, pagado y a la dificultad del trabajo que se deba hacer. Por tanto, todos debemos poner de nuestra parte, cuando las empresas marchan el país progresa, o debiera hacerlo, salvo que exista un escaso o ridículo reparto de la riqueza que obtenemos entre todos. Esta es una de las claves mal interpretadas, siempre se da demasiada importancia al empresario, del que se dice que arriesga su dinero y da trabajo. En mucha menor medida se atiende a la importancia de la inversión de tiempo de nuestras vidas, la de los trabajadores, así como de los esfuerzos que realizamos año tras año para obtener un salario ajustado y llegar a fin de mes haciendo equilibrios o juegos malabares.
No se trata de joder a unos ni a otros, sino de hacer entender a ambas partes de la necesidad de un mejor entendimiento, de una mejor comunicación, y que todo en lo laboral sea más parecido a hace unos años, antes del despertar del capitalismo más salvaje. Hace años, en cualquier empresa, el empresario se preocupaba por sus empleados, había una relación más próxima, se cumplía con mayor fidelidad las leyes laborales, en proporción a los precios se ganaba más, no todo era dinero y dinero, existían los valores humanos que ahora tanto se echan de menos. Todo eso se ha tornado en productividad y presión, hay que vender más, hay que cifrar más, hay que realizar más metros de lo que sea, u obtener más piezas de lo que se trate… rendimiento, rendimiento… ¿puede más el trabajador, empieza a pagar con su salud el esfuerzo que se le requiere?
El concepto de trabajo ha cambiado mucho, hace unos años alguien entraba en una empresa, ascendía con el paso de los años, su salario se duplicaba y triplicaba, vivíamos mejor la relación laboral, valorábamos nuestra empresa y ni se nos pasaba por la cabeza abandonar nuestro trabajo. La gente entraba a temprana edad en una organización y se jubilaba en ella, podía vivir toda la vida, pero este concepto de empresa y trabajo ha cambiado mucho. La precariedad laboral se ha instalado en nuestra sociedad, ¿eso es ir hacia adelante o retroceder como sociedad? La gente puede cambiar de trabajo casi sin apego a su empresa, en muchos casos no se siente bien considerada, cree que está mal pagada y que no se lo ponen fácil en el trabajo. Lo lamentable es que cada nuevo trabajo, por lo general, tal como avanza el tiempo, es peor al anterior, la precariedad se ha instalado en el mercado laboral.
Si el empresario cree que obtiene escasos beneficios, si el trabajador casi no llega a fin de mes, aquí no hay quien viva, es tiempo para que las autoridades laborales y los políticos se quiebren un poco la mente y hallen una solución adecuada que satisfaga a todos y desemboque en un mayor progreso, como medida de bienestar para todos.

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