jueves, 1 de agosto de 2019

BUSCANDO UNA SALIDA



De cuando en cuando, una y otra vez, me pregunto qué podemos hacer para desembarazarnos de este sistema político engañoso y traidor, que entiende la democracia como mejor le conviene, haciendo una burda manipulación de lo que es el sistema, a los ojos de la ciudadanía. Es una de mis mayores preocupaciones colectivas, porque siento que no hay igualdad sino más bien todo lo contrario. Porque hemos asistido demasiadas veces a contrariedades como: robarnos nuestro dinero, privatizarnos empresas públicas rentables, o traicionarnos con decisiones que, a posta, son contrarias a nuestros intereses, o sea, que nos han perjudicado.
Es una inquietud por volver a retomar el poder para dictar las normas según las cuales queramos vivir, así como marcar la dirección en la que como sociedad queremos caminar. Me siento engañado por la clase política, en cuanto a que no destinan íntegramente los dineros recaudados a los menesteres para los que se recaudan. La clase política vive en connivencia con una clase empresarial que le indica por dónde transitar, y muchas veces, la mayoría, los intereses de dicha clase no coincide con los nuestros, pero a la hora de hacer leyes esas tendencias o presiones de los empresarios fuertes de este país, tienen peso, tanto como para modelar la política del país. Yo no quiero que eso siga sucediendo, es necesario que los cargos políticos destacados: presidencia, ministerios u organizaciones públicas de relevancia, tengan que ser ocupados por gente que pase un filtro serio de calidad humana y profesional, casi por ese orden, diría yo. Cualquier abogado y sin ni siquiera hablar idiomas llega a presidente del Gobierno de nuestro país, cuando para cualquier puesto de trabajo, sin la supuesta responsabilidad que se le presupone a ser presidente de España, le exigen mucho más.
Sigo buscando una salida al desmadre político gubernamental-jurídico en el que se ha convertido las Instituciones del país. Se han repartido el poder que nos correspondería a la ciudadanía y nos han dejado al margen. Se han puesto de acuerdo para que el peso de la ley caiga, principalmente, salvo excepciones demasiado escandalosas, solo en las clases más pobres. Los que han hecho las leyes ya han dejado suficientes grietas por las que escapar de la acción de la maltrecha justicia de España. De la prescripción de justicia, responsable del 80% de absoluciones de delincuentes de guante blanco, autoridades y altos cargos públicos y de empresas importantes privadas, nadie habla, ningún político dice algo en su contra, es el perfecto salvoconducto cuando la justicia hace todo lo posible por dejar pasar el tiempo y no saca ciertos procesos adelante. Hay suficientes mecanismos legales que son injustos, pero permitidos, para hacer que los procesos se demoren hasta que se salen de plazos para sentenciar, llega la prescripción y tienen que absolver a los delincuentes, no hay caso, hay que archivar, los delitos existieron, hay delincuentes, pero unas letras en un papel dicen que el plazo ha transcurrido, ya no se puede condenar a los infractores… y esto lo hacen de maravilla.
De todo esto tenemos que salir, hay que buscar la salida a todo este atropello, esto no es democracia, el poder no lo tiene el pueblo sino los que están dictando esas leyes injustas que el pueblo desearía eliminar del conjunto de leyes del país. Este país como todos son oligarquías, el poder está en manos de unos pocos, de una minoría, y que no sigan con el cuento de que la soberanía reside en el pueblo… ¡menos lobos, caperucita! Hay una puesta en escena, las elecciones en las que el pueblo vota una cosa, que posteriormente los políticos ya se encargan de desvirtuar e interpretar a su manera y conveniencia. La misma ley electoral es un timo y de los gordos, iba bien cuando había pocos partidos para asegurar el bipartidismo que reinó durante cuarenta años en este país, pero es absurdo e inútil en la actualidad porque las condiciones han cambiado. Una ley justa es la que contempla una persona, un voto, y la que asegura que para obtener un escaño a cualquier partido político, le va a costar igual número de votos que a los demás. Este debiera ser el punto de salida, comenzando por dar una igualdad de condiciones a todos los que opten a representar a la ciudadanía. Por otro lado, si hay formaciones que obtienen votos, una vez superado un mínimo aceptado por todas las formaciones, todas esas formaciones que superen el mínimo deben estar representadas en el Congreso y, asimismo, en el Gobierno. Los gobiernos deben ser plurales, multicolores, siendo un original fiel de lo que la gente vota, no una conveniencia que solo busca tener una mayoría con la que pisotear a la minoría para imponer lo que mejor le convenga a esa mayoría. Eso no es democracia, el pueblo no decidió tener una ley mordaza con la que callarle la boca y atarle pies y manos. El pueblo no eligió un artículo de su Constitución para asegurar el pago de la deuda antes que comer, vivir o asegurar nuestra salud o educación. El pueblo no es el facilitador de que todos los corruptos que hay y ha habido en este país se hagan millonarios a su costa, y no paguen por ello ni devuelvan lo robado. El pueblo no es el que decidió regalar miles de millones de euros a bancos y cajas de este país. El pueblo no es el que decidió privatizar empresas estratégicas y rentables, muy rentables, que eran de todos, como las eléctricas, Telefónica, Aena, etc. El pueblo no es el que decidió que le recortasen los sueldos ni le empeorasen las condiciones de vida. El pueblo nunca ha sido el autor de indultos a amigos corruptos de los políticos, incluso a políticos corruptos. El pueblo no fue el que cometió el fraude andaluz de los EREs o de la formación para desempleados, ni de que no devolvieran lo robado, o de que sigan muchos de sus responsables por la calle. El pueblo no ha dicho que el rey puede hacer cuanto le venga en ganas, por muy inhumano, delictivo o injusto que sea, porque su figura es inviolable. O sea, todo este tinglado es un apaño y un amaño con el que unos se enriquecen a costa del resto, yo no creo que a esto le debamos llamar democracia, o como otros se han empeñado en decir: Estado de Derecho o constitucional; más bien esto es una selva de pillos y sinvergüenzas tratando de sacar la mayor tajada del pastel durante los años que puedan estar tocando poder.

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