viernes, 16 de agosto de 2019

VOLVEMOS A LAS LEYES



De alguna forma sé que soy repetitivo en el tema, pero tengo que volver a las leyes por ser las normas por las que se rige nuestra sociedad, y porque como siempre, son los mismos, los políticos, los que tienen sobre sus espaldas la responsabilidad de hacer unas leyes más justas y contundentes para evitar que vivamos en la jungla de los delincuentes, corruptos, estafadores, abusadores, violentos y defraudadores.
Hay que poner fin a la secuencia tan habitual de setenta detenciones, o sea, detención y consiguiente puesta en libertad de personas que parecen no temer nada a la ley y, por tanto, han hecho de la extorsión y el atraco su modo de vida. La seguridad ciudadana ha de ser una realidad, la ciudadanía trabajadora, dedicada a sus obligaciones y a sus tareas familiares, no pueden ser presas de esos desaprensivos ni de la inacción de las leyes del país. En este aspecto hay un tema por el que se suele pasar de puntilla, del que casi nadie habla, y por el que casi todos nos gusta quedar bien y ser demasiados esplendidos, pero hay algo a tener en cuenta: si entran muchos inmigrantes y no consiguen trabajo, algo han de hacer para buscarse unos ingresos, o se fomenta el fraude fiscal y el movimiento de dinero negro, o se fomenta la delincuencia. Entiendo, que España como país solidario pueda tener previsto en su presupuesto una partida para emplearla en solidarizarse con aquellas personas a las que deba dar asilo político, estén en peligro en sus países, etc., pero rebasado ese cupo ¿qué hacemos? Es complejo y delicado el tema, ya sé, son personas, ¿cómo vamos a oponernos a acogerlas?, pero nos faltan recursos, no tenemos empleo que ofrecerles, no tenemos espacio físico adecuado para esas personas, ¿somos xenófobos?, creo que no podemos etiquetarnos de esa manera, también hay que entenderlo, España ni siquiera es capaz de asegurar un puesto de trabajo para cada español o española en disposición de trabajar. El problema de la inmigración con recursos económicos de los propios inmigrantes, que quieren dejar voluntariamente sus países porque deseen hacer carrera en otro país, no resulta una carga para ese otro país. Pueden encontrar vivienda y local para establecerse, comenzando a hacer una actividad comercial o industrial. El problema de la inmigración es cuando a esas personas hay que ofrecerle todo, techo, ingresos y atenciones de todo tipo… ¡nos desbordamos! Es un problema que mundialmente se debería resolver en origen, allá en sus países, conocer el motivo por el cual no pueden o no quieren vivir allí. Es un conflicto internacional que debería ser tratado por las autoridades mundiales, para obligar a los gobernantes de esos países donde la vida les resulta más cruel a sus ciudadanías, para que dejen de apretar y ahogar a la gente, para que no pongan en riesgo sus vidas, para que les dejen vivir en paz y para que abran un poco la mano y permitan que sus riquezas se distribuyan un poco más generosamente entre sus pueblos. Debiera orquestarse un gran complot mundial, para poner fin al conflicto de la inmigración que huye de sus países, por hambre, por miedo, por necesidad de preservar sus vidas.
Por qué no se desarman los países, por qué no se acaban los conflictos bélicos, por qué no se deja un poco al lado: “lo primero es el dinero”, y lo cambiamos por: “lo primero son las personas”, y se hace un mundo donde todos podamos vivir mejor y en paz. Hay recursos suficientes para hacerlo, pero como casi siempre, lo que falla es la voluntad de prosperar en ese sentido. Las leyes también debieran estar ahí para reequilibrar la riqueza, limitar los abusos, aminorar las diferencias excesivas, frenar el avance sistemático de agresividad y odio entre países. En un mundo de personas civilizadas, educadas, con formación e inteligentes, no tienen cabida los descalabros tendenciosos que algunos provocan para justificar invasiones, saqueos, destrucción, humillación y obediencia de otros.
Somos miles de millones de personas en el mundo obedeciendo los dictados de una minoría de poderosos que nos explotan con mayor o menor disimulo, dependiendo de la zona mundial que nos ha tocado vivir. Hay que poner fin a esto, hay que rebelarse contra los tiranos. Hay que hacerles ver que esto se ha terminado, que su dinero no vale una mierda, que no nos van a seguir pisando el cuello. Para ello, y desde este mismo instante, los monigotes políticos tienen que cortar el hilo que les une a esos indeseables traidores del género humano. Se han de desatar y dejar de seguir siendo sus marionetas para servir al pueblo de verdad. Entre todos podemos despojarlos de sus industrias si hiciera falta, podemos auditar cuánto de su dinero ha sido ganado ilegalmente, abusivamente, se les puede ordenar a los bancos a retenerlo y devolverlo a las arcas públicas, pero claro, para el beneficio colectivo, no para que sea requisado al tirano y se lo repartan los políticos.
Con leyes dictadas por el pueblo y no por los arrodillados de turno, se podría hacer mucho por la gente. No queremos robarles a los ricos, queremos que nos devuelvan lo que ganaron explotando a la gente. Queremos que los Estados no tengan más contemplaciones con esa gente, porque son estos los que más sacan de los esfuerzos de la gente, y los que en comparación menos contribuyen a lo público. Las leyes tienen mucho que decir en contra de esa tiranía, empezando por dejar sin efecto cualquier forma de ingeniería financiera-fiscal, que les permita hacer muchos negocios exentos de carga fiscal en la misma proporción que el resto de la población trabajadora. Hay que perder el miedo a los inversores y a sus movidas que tienen el fin de presionar a los legisladores para que en sus países se haga lo que ellos quieran. Cuando dieron la noticia de la recesión en la que estaba entrando Alemania, lo primero que nombran es que los inversores dejan de poner dinero en Europa. No podemos estar a merced del capital externo, ellos no pueden ser los poderosos que nos marquen el ritmo, debemos llegar a ser autosuficientes con nuestros impuestos, para ello es necesario que se acaben: los saqueos de los políticos, las obras que se pagan siempre al doble o triple de su valor real, que se dejen de subvencionar: asociaciones, partidos políticos, sindicatos, casa real, etc. Los políticos se deben poner un sueldo propio de un trabajo, vamos, que se igualen un poco a la gente que dicen defender y por la que trabajan, perdonen que me ría y ahora sigo… En la misma medida de lo dicho anteriormente con los poderosos, se debe auditar la deuda pública, porque como dicen algunos políticos, hay una buena parte de la deuda que es ilegal. Hay que exigir a todos los defraudadores que pongan ipso facto el dinero estafado sobre la mesa. Hay que convertir las prisiones en  centro de trabajo, en industrias, para dejar de tener un gasto enorme del mantenimiento de los presos.
Son demasiadas cosas las que hay por hacer, y poca es la imaginación o el alcance de algunos para solucionar problemas, vamos uno tras otro, cojamos un asunto, busquemos soluciones y pongamos en práctica las medidas necesarias para resolver la historia de una vez. Cuarenta años de supuesta democracia bipartidista nos han llevado al enquistamiento de los problemas sin que ninguno de los adalides de dichas fuerzas políticas, que se han ido repartiendo el poder, hayan logrado vislumbrar la forma de deshacer el entuerto que ellos mismos han creado. Cuando se traiciona al pueblo en lugar de partirse la cara por él, sucede lo que en cuarenta años hemos tenido en España.

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