jueves, 30 de marzo de 2017

ESTOY HARTO DE OBEDECER A SINVERGÜENZAS




Esta mañana caminé desde Avenida La Paz hasta la calle Páez de Rivera, donde se encuentra la Jefatura de Tráfico de Sevilla, y me encontré de frente con el milagro de los carriles para bicicletas. Resulta que las aceras que les ha parecido al técnico correspondiente del Ayuntamiento, por supuesto sin pensar en nadie más que en los ciclistas, las ha habilitado para el uso conjunto con tan solo colocar en algunas farolas que el uso es tanto para peatones como ciclistas, y eso es un peligro que rompe los esquemas de lo que debería ser caminar tranquilamente por las calles, sobretodo, para las personas de edad más avanzada, pues al no tener una vía señalada con el sentido de la marcha para las bicicletas, igual te aparecen por la derecha que por la izquierda, por delante o a tu espalda. Lo más grave de todo, al menos desde mi opinión, es que la acera contraria, que hace el mismo recorrido, tiene habilitado un carril bici en ambos sentidos, ¿alguien entiende algo?
Llego a tráfico para hacer una gestión burocrática, y lo primero que me encuentro en la misma puerta de la calle es una advertencia al público, para informar de que las tasas que se deban pagar, solo las cobrarán con tarjeta de crédito o débito, mediante transferencia online, o mediante un impreso que te dan en ventanilla para que las abone en una entidad bancaria. Una vez más la ciudadanía se ve obligada a acatar las normas que nuestros empleados tienen a bien imponer. Supongo que lo hacen para evitar los robos y evitarse molestias de tener que hacerse con cambio, etc.; además de prescindir de tener que cuadrar caja con la correspondiente responsabilidad del funcionario de turno. Seguro que esto es una minucia, una tontería, una memez. Seguro que es así, pero nuestro grado de indignación hacia las Instituciones, por cuanto son manejadas por políticos corruptos y desconsiderados con la ciudadanía, hace que no les aguante ni una. No quiero que sigan ninguneándonos, ni robándonos, ni condenándonos y que ellos se burlen de nosotros y de la justicia, como lo están haciendo.
Hoy lo ha dicho Rafael Hernando del PP con más razón que un santo, ellos, los payasos, han convertido el Parlamento en un circo. Pero si queremos ver payasos pagamos veinte euros y pasamos un rato en un espectáculo de ese tipo; al menos son payasos que dejas de ver al rato y solo te han costado el importe de la entrada, pero los payasos del Parlamento nos cuestan miles de euros más todos los millones que ya nos faltan en las arcas públicas. Encima tienen la desfachatez de sumarse a la comisión de investigación para esclarecer la ilegal financiación del PP. El ladrón acompaña a la policía a buscar al ladrón. Toda esta imbecilidad soporta el sistema judicial español. Todas estas incoherencias tienen cabida en el gazpacho de locura colectiva política de la clase más infame que podemos conocer. Son los lanzadores de dardos entre sí. Son los tontos que, cuando se encuentran declarando, nunca han visto nada y nada saben o no contestan; porque nuestras leyes permiten que los delincuentes se mofen de los jueces, de los fiscales y de toda la población. ¡Espero el día en el que la policía y la guardia civil mantengan a salvo a la ciudadanía de esa gente tan peligrosa y mafiosa!

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