lunes, 15 de agosto de 2022

CORRUPTILANDIA


                                                              Imagen: Oedim Decor

 El capitalismo a medida es aplicado a la sociedad trabajadora, por supuesto para conseguir los mayores beneficios. Operan salvajemente, sin tener en cuenta la vida de las personas sino los números en las cuentas bancarias. Los gobiernos son socios necesarios para que el saqueo se produzca con una connotación de legalidad apoyada por leyes injustas, pero deseadas por todos aquellos que tomarán parte en el reparto de la tarta de los beneficios.


Engaño tras engaño, estafa tras estafa, con el consentimiento de los poderes, sacan rendimiento de lo que se parcelan como espacios privados para hacer lo que quieran, por lo general perturbar la estabilidad de precios, abusar con los mismos, empobreciendo a la población menos pudiente. Aprovechan cualquier situación infrecuente mundial para alterar las condiciones económicas de casi todo lo que necesitamos para vivir. Así ha sucedido con la energía, los combustibles, las viviendas, ciertos productos sanitarios vinculados a pandemias, mascarillas, respiradores, vacunas, etc. Ahora vienen provocando una mayor sequía de la que hay en realidad, pues según he sabido, hay detrás cantidad de grupos de inversión haciéndose con acuíferos, pantanos, redes de abastecimiento de agua potable, siendo ese el próximo gran reto que tienen para acabar de hundirnos; ¿se imaginan una feroz comercialización del agua potable a precios inalcanzables para muchos salvo las élites?


Vuelvo al gran timo que suponen los gobernantes, precisamente por apoyar directamente o indirectamente a esas corporaciones que viven del lucro disparatado de sus operaciones comerciales. Operaciones reservadas para ellos, acordadas, la mayoría de las veces, con ciertos políticos en puestos de poder. Cerradas ocultamente, sin que la ciudadanía se entere de la realidad de las condiciones, de las comisiones que suscitan para los facilitadores y, como no puede ser de otro modo, generando grandes beneficios para esos agentes mafiosos a los que los gobiernos dan cobertura, aunque ello fragmente más a la población, la empobrezca e injustamente les de la oportunidad de tener un coste cercano a cero en impuestos. O sea, se lo llevan casi todo, al país casi nada le entra de esas transacciones turbias, delictivas si leyes fueran justas.


He citado por encima el complot de los poderes del Estado, pero debo hacer más hincapié en el asunto por su carácter criminal. Sabemos que jueces y fiscales, contrariamente al sentido común de cualquier ciudadano, dicen proceso tras proceso contra capos de la política española, que a pesar de haber robado, manipulado pruebas, destruido en otras ocasiones. A pesar de haberse presentado audios, videos, testimonios de muy diversa procedencia, sobreseen los casos unos tras otros. Unos jueces aceptan que tal o cual organización es un complot criminal para delinquir, pero aquí no remueven a nadie de su cargo, no encierran hasta que sea devuelto lo robado, sino que por lo general todos los delitos prescriben, los jueces y fiscales no ven nada; los unos no sentencian, los otros no acusan, y ambos prevarican continuamente sin que el Estado de Derecho se hunda en su propia miseria.


Llegados a este punto de desesperación, indignación e impotencia, lo más sensato y obligado es oponerse al conjunto, ser un auténtico antisistema. Este sistema no respeta la vida de la ciudadanía, no procura su bienestar, los deseos bien sonantes se pierden en el aire en forma de vanas promesas. Una legión, un ejercito de colocados a dedo por ser políticos, familiares o conocidos de los mismos actúan como tropas de parásitos sin méritos suficientes ni probados para desempeñar las funciones que deben acometer. Es un ejercito de votos cautivos comiendo a nuestra costa, una forma de saqueo regulada dentro del conjunto de privilegios y mamandurrias que los señores políticos se auto conceden con desfachatez y caradura.


No entremos a la mierda bajo las alfombras de unos y otros, de los de un color y otro. De las cloacas, como se le ha dado en llamar. Cloacas fabricadas y autorizadas por los Gobiernos sin aprobación alguna por parte de la ciudadanía. Baste ver el último movimiento del actual Gobierno, cuando legisla ampliar el plazo a cincuenta años para dar a conocer los secretos de Estado. Prefieren que todos estemos en el otro barrio, nosotros y los autores de los enjuagues para informar a la población… ¡es una vergüenza! Hablo de corruptilandia.

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