Los gobiernos, con sus diferentes ministerios tienen poder sobre el ejercito y cuerpos de seguridad del Estado. Cuando estos están al servicio de la ciudadanía el agradecimiento es infinito, pero cuando se convierten en el brazo represor de los gobernantes para impedir que la voz de la gente se alce más allá de lo que consienten, o para interceptar acciones justas contra la clase política corrupta, se convierten en enemigos del pueblo al que castigan sin miramiento.
El ejercito y los cuerpos de seguridad deben darse cuenta de cuándo son utilizados injustamente para reprimir a la ciudadanía, y negarse a cumplir las órdenes de los que temen por la pérdida de sus sillones. Yo, al menos, no les quiero hacer daño, les quiero echar de sus cargos porque legislan para los delincuentes y corruptos, porque tienen maniatada a la justicia en su favor. También es cierto que los jueces y fiscales hacen poco o casi nada por denunciar tal actuación sobre el poder judicial, prefieren que las cosas sigan como están, aunque enormemente injustas, pero que sus puestos de trabajo y privilegios sean intocables. Unos por otros, la casa por barrer. Como se dice coloquialmente. La ciudadanía jodida, los malhechores a la calle y con vía libre para seguir robando y malversando dinero público.
Digo yo, que los cuerpos de seguridad del Estado y militares, podrían ayudar, no me refiero a dar un Golpe de Estado para hacerse ellos con el poder, sino para devolver el poder al pueblo. Al menos, que colaboren a poner en la calle a tanto sinvergüenza que ocupa cargos públicos en todas las Instituciones públicas. Si alguien es pillado robando por la policía es puesto a disposición del juez de inmediato, pues hay que saltarse ciertas leyes, como la del aforamiento, o la de tener que ser juzgado en el Tribunal Supremo, y en cuanto la policía compruebe que hay individuos ocupando cargos públicos al tiempo que delinquen, sean apresados como vulgares ladrones. Creo que en esto estaremos de acuerdo toda la ciudadanía excepto los propios quinquis políticos y sus familiares más próximos, ciegos por un lado, se lo hacen, por otro, y participan de la tajada que entra en casa, en sus cuentas o en los paraísos fiscales que ese tipo de gente maneja.
Los políticos no van a legislar en su contra, no van a dejar los cargos ni echándoles con agua caliente, o actúan los cuerpos de seguridad, o llegará el momento en que la ciudadanía, harta de tanto tragar, se levante violentamente contra los sinvergüenzas que la saquean.
Seguiremos...
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