viernes, 21 de julio de 2023

EN LA RATONERA

 


    No entiendo a la gente, siento como si tuviera enfrente una gran masa que piensa diferente. Esa gran masa se limita a repetir lo que algún día nos enseñaron, o lo que considera políticamente correcto, lo que aprueban los medios de desinformación y manipulación masivos. Si hablo de aspectos de la alimentación, por ejemplo ser vegetariano por conciencia, por tratar de que no tengan que matar a un animal para que yo tenga que comer; rápidamente apostillan que los vegetales también son seres vivos, que sienten, que es igual de cruel. Quizás lo sea, no lo sé, pero de momento mi conciencia alcanza a la complejidad de los organismos de los animales, tal vez, también por semejanza con nosotros, ya es un paso. Insisten que tenemos ojos al frente, que somos depredadores, no presas, y que nuestro modo de alimentarnos es el omnívoro, efectivamente, somos capaces de engullir todas las porquerías que tienen a bien vendernos las multinacionales de la alimentación, por llamarle de alguna manera, porque verdaderos alimentos no son en su gran mayoría y los que podrían alcanzar ese sustantivo, están demasiado adulterado, o medio envenenado. Cuando oigo todo eso, suelo rebatir que fuimos así desde las cavernas, pero que podemos evolucionar y adquirir conciencia, y que al hacerlo evitamos su sufrimiento o muerte. 

    Si hablamos de política, ese otro gran tema tabú para tratarlo en reuniones de familia y amigos, y al que muchos gustan prohibir en esas ocasiones con tal de no fastidiar la velada a alguien, o que todos salgan medio peleados. Tampoco me entiendo con casi nadie, por no decir con nadie. Nos han vendido la moto de no sé qué democracia inexistente, puesto que no decidimos en nada que no venga ya impuesto desde arriba, incluso desde detrás del telón. Nos venden ser el centro, nos venden que están trabajando por nuestro bien, nos venden que ante las desgracias -(muchas veces ocasionadas por los políticos)- van a solucionarnos la vida, y es mentira, ni siquiera hacen lo que prometen. Alcanzan cargos que se reparten sin que nosotros hayamos podido votar a los que los ocuparán, y se duplican los sueldos que percibían sus antecesores. Todo sin el beneplácito de la ciudadanía, pero sí a costa de ella. Nos venden el derecho y la obligación de votar, pero nos obligan a jugar a su juego sucio amparado en una Ley electoral injusta, en la que todos los votos no valen lo mismo, y con la que no a todos los partidos políticos les cuesta igual número de votos obtener un escaño. Hay demasiada mafia y corrupción en las líneas políticas e institucionales de nuestro país. Hay demasiados acuerdos y pactos que nos afectan, que los políticos negocian y firman a espaldas de la ciudadanía, como mínimo hay que preguntarse qué clase de democracia es esa que nos han servido con cicuta para que celebremos el éxito del enriquecimiento fugaz de los que ostentan cargos públicos de cierta importancia. Qué clase de democracia es esa que doblega la voluntad del pueblo, los resultados de las urnas, mediante pactos que nadie desea, tan solo los partidos que saldrán beneficiados de ellos. Por qué no se conforman gobiernos que se compongan exactamente en las mismas proporciones de las diferentes fuerzas políticas votadas, que superen ese mínimo establecido de votos. O sea, de cualquier votación tendría que salir un gobierno formado, por ejemplo: de varios miembros del PSOE, de varios del PP, de varios de Sumar, de varios de VOX, de varios de ..., etc., así hasta completar un gobierno que represente fielmente lo votado por los ciudadanos. Además de ser así, no haría falta el plantel de 350 Diputados ni 265 Senadores, porque todas las ideologías estarían en el Gobierno. Tan solo faltaría proponer, debatir, consensuar y legislar por el bien de la gente y para el progreso del país, no para el beneficio de los partidos, de ciertos banqueros y empresarios, como viene sucediendo.

    El poder no puede ni debe seguir en manos de los políticos, al menos que los políticos no sean los que legislen, porque se conceden todos los privilegios y ventajas con respecto al resto de ciudadanos. Se asignan emolumentos, dietas, suplementos de todo tipo, privilegios y mamandurrias. Emplean el dinero como quieren y nunca se alcanza el pleno empleo porque no industrializan el país para no competir con los empresarios, a los cuales les interesa que exista un desempleo estructural para tener una posición favorable a la hora de discutir las condiciones laborales y aplicar los correspondientes abusos: horas extras que no se abonan, jornadas más extensas que no se corresponden con las horas por las que se cotiza a la Seguridad Social, etc. Aquí tampoco coincido con la gente, pienso que se debe dar las mejores condiciones a los empresarios para que se alcance el pleno empleo, pero de no ser así, el gobierno debe actuar e industrializar el país, pero sin poner al frente a un político sino a un profesional indicado para llevar a buen puerto a la empresa. También se debe legislar para expropiar empresas para los casos en los que los empresarios traten de chantajear al Gobierno. No hay nada malo en ello, desde hace años se instauró justo lo contrario: privatizar empresas públicas rentables, por qué no hacer públicas empresas privadas que sin motivos aparentes quieran deslocalizarse cuando se acuerda un SMI o salarios dignos y otras normas favorables para los trabajadores para atenuar los abusos y la explotación.

    Si fuera tema por tema, entorno por entorno, institución por institución, no acabamos y esto nadie lo leería. Todo está corrompido, podrido, y desprende un hedor inaguantable que trasciende los informativos amañados, los embustes de los políticos, hablo de las cloacas del Estado. Un Estado de desecho y no de derecho, donde la judicatura está raptada por la clase política mafiosa y corrupta. Esto asegura una impunidad y una inmunidad para los golfos en cargos públicos, que se atreven a despilfarrar, a mover sustancias prohibidas, a encargar asesinatos, a estafar a la población, a saquear las arcas públicas, a ningunear a la ciudadanía. Cometen cientos de delitos y no hay caso, se pierden las pruebas, se alteran, se retiene el proceso hasta que los delitos prescriben, se llenan los bolsillos con sus leyes y se llevan los dineros a paraísos fiscales para no tributar, como buenos patriotas, muchos de ellos con pulserita roji-gualda, otros muchos sin ella. ¡Esto es un desastre! Y los políticos nunca serán la solución, porque ellos son sistema, parte de este sistema mafioso y corrupto. Juran aceptarlo y defenderlo.

    Hay que tener estómago para ir a votar y seguir alimentando este sistema nauseabundo. Toca ya que el pueblo se plante y deje las urnas vacías. Ya sé que no sucederá porque para ello se ha de tomar conciencia de lo que hay, y muchos solo están programados, hipnotizados por los encantadores de telediario. Periodistas que quedan a la altura de la suela del zapato cuando alguien como Silvia Intxaurrondo hace buen periodismo.

    Seguiremos...

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