Aunque los políticos acusan a parte de la población de vivir de ayudas y prestaciones, no miran la viga en sus ojos, no reparan en que muchos de sus familiares y amigos han recibido ayudas para sostener sus empresas a costa del dinero público, a veces hasta injustificadamente, incluso, en algunos casos, ni siquiera fueron a parar dichos fondos a las empresas para las que se solicitaron. Los políticos, a pesar de su critica hacia un sector de población más pobre, con menos recursos o desempleada, gobiernan basándose en las ayudas que proporciona la UE; así es fácil gobernar, no hay que proyectar ni acometer ningún plan de productividad industrial, ni tecnológico, ni de avance en ningún sentido. Dirán que lo hagan otros, que a nosotros nos va bien endeudándonos cada día más, pagando cada día más intereses por los dineros que nos prestan, y así pasan las legislaturas sin que se produzca progreso y, aunque, se reduzca el bienestar de los ciudadanos.
El político elige su salario, y cuando alcanza un cargo no tiene reparo alguno para duplicar los ingresos que va a percibir con respecto a la persona que lo ocupaba antes que él... ¡le gusta vivir subvencionado de lo público! Aquí se subvencionan asociaciones de todo tipo, fundaciones políticas, partidos políticos, la Casa Real, la Iglesia, Federaciones deportivas, taurinas, sindicatos, etc., son demasiadas salidas de dinero público y así vacían la bolsa, así empeoran los servicios públicos. Esa es la gestión de los políticos, tirar el dinero y en ocasiones gastarlos en clubes, en sexo, en drogas y alcohol. Lo han hecho políticos de todos los colores y partidos. Algunos son muy golfos y llegan a pagar con tarjetas oficiales destinadas a cubrir otros gastos, no los indicados, o en lencería fina para queridas, o para abonar viajes de familia y amigos, de carácter privado. Gobernar no es endeudar cada día más al país, ni ceder el tejido industrial a fondos buitres o grupos inversores extranjeros. Gobernar es gestionar adecuadamente sin saquear los dineros de los ciudadanos, asegurando su bienestar y el progreso del país.
El pleno empleo es la tierra prometida a la que nunca se llega, la que nunca se alcanza. Todos dicen tratar de conseguirlo, pero ninguno se acerca, las cifras de desempleo fluctúan pero jamás desaparecen. No hay un verdadero empeño en acabar con el desempleo, a nadie interesa más que a los que no tienen empleo ni ingresos, incluso cobrando la ayuda, ¿alguien puede vivir con 480€? Los gobernantes no hacen todo lo que se pudiera hacer, si dando las mejores condiciones posibles a los empresarios, éstos no crecieran como para acabar con el desempleo. En ese caso, la Administración pública, por cuenta de la ciudadanía y para el bien de todos, tendría que hacer un plan de industrialización atendiendo productos necesarios y más demandados para crear el empleo que los empresarios no hubieran creado. Lo que no se puede consentir es que haya continuamente, desde siempre, un porcentaje similar de parados, personas que no producen y a las que se tiene que ayudar con las limosnas que acostumbra a dar la Administración pública. El pleno empleo le quita poder al empresario a la hora de negociar las condiciones de trabajo. Actualmente, saben que sobran candidatos para cada puesto ofertado, de la otra manera no sucedería y los abusos no tendrían cabida. Así que algo de esto hay para que ningún gobierno acierte con la forma que cualquiera podemos llegar a proponer para terminar con el desempleo, pero nada de esto irá en ningún programa de los candidatos a las elecciones del 23J. El pleno empleo lo podrán nombrar, pero no hablarán de ninguna medida real para alcanzarlo.
Seguiremos...
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