lunes, 31 de julio de 2023

LA INDUSTRIA ES SAGRADA

 

                                                             Imagen: www.elobrero.es

    ¡Ave María purísima! ¡Sin pecado concebida! La industria es sagrada por la gracia de Dios. Con la industria nos encontramos en un callejón sin salida, además de ser intocable como la banda de Eliot Ness. Nadie ose meterse con el imperio de la fabricación, aunque la vida nos vaya en ello, mientras dé trabajo todo se le perdona, por ejemplo que contamine salvajemente, que forme vertederos de sus productos inservibles y obsoletos en muchas partes del mundo, con su correspondiente contaminación, no sucede nada. Nadie tiene el valor suficiente, de mandarlos parar, llamarles la atención para que mejoren sus procesos de fabricación para que viertan menos sustancias nocivas y tóxicas al aire, a la tierra o a los ríos y mares. Para que optimicen el proceso de filtraje de los restos que van a dejar escapar al exterior. Para que sus restos, sus bolsas y envases no alcancen los océanos, los desiertos o las selvas. Dicen que hacerlo, llamarles la atención seriamente, supondría cierre, deslocalización, y despidos; es así como se argumenta la sacralización de la industria. Hay que cuidarla, cómo no, pero de eso a elevarla a los altares va un paso, que hay muchos empresarios esclavizando personas, dando un trato vejatorio, no abonando todo el trabajo realizado o las horas empleadas para llevarlo a cabo, etc. ¡Ah!, no se me puede quedar atrás, las grandes ventajas de tributar menos que cualquier ciudadano, en proporción a los ingresos de unos y otros.

    La industria está para ganar dinero, aunque de paso digan que su motivo principal sea proveer a la sociedad de productos necesarios, o que existe para dar empleo y un medio de vida a los trabajadores. La industria pretende ganar dinero, el empresario invierte para ganar dinero con el trabajo de las máquinas y de las personas que realizan su labor en dicha industria. No obstante, el trabajador emplea su tiempo irrepetible y valiosísimo durante, al menos ocho horas de cada día de su vida, para que en su casa no falte nada de lo esencial e imprescindible. Antes, cuando yo era joven, casi todas las madres, tanto la mía como la de mis amigos trabajaban en casa, queriendo decir con ello que era solo un salario el que entraba en casa y se podía vivir, pagar las facturas, que eran menos, vestir y comprar calzado. Incluso, algunos veranos daba para alquilar un piso en una playa y echar quince días de soleo y baños. Ahora, hay cantidad de familias que no viven, que no pueden vivir con un solo salario, necesitan trabajar los dos miembros del matrimonio para llegar a fin de mes raspando. O sea, que en comparación, los salarios actuales son menores, proporcionan menor poder adquisitivo que los de antaño. Estamos peor pagados y los precios ya dieron un salto mortal con tirabuzón cuando cambiamos de moneda al euro. La vida se encareció de la noche a la mañana aproximadamente un sesenta por ciento. Más recientemente los precios de los alimentos, carburantes y energías se disparan sin freno alguno y por los motivos más surrealistas. Que hay una pandemia, precios para arriba. Que se ponen de acuerdo los productores de crudo en elevar el precio, previamente invaden Irak o crean algún conflicto (El del Golfo), la guerra de siria, la de Ucrania, y la moda es subirse al carro de disparar todos los precios aunque nada tenga que ver realmente para justificar la usura con la que nos tratan los gobernantes, los intermediarios, los comerciantes, los productores, etc. Bien es verdad que los productores, de según qué gremio, están sufriendo igualmente la usura de los intermediarios y los gobiernos que poco o nada hacen para paliar la situación de abuso.

    Para concluir, contra los abusos de toda índole de la industria debiera estar la figura de la expropiación cuando estuviere justificada. Sé que quitar empresas está muy mal visto y los de siempre protestan alzando la voz con las consabidas zonas del mundo: Cuba y Venezuela, esos mismos que callan cuando pactando con gobiernos corruptos nos roban empresas públicas rentables para ponerlas en manos de amigos y familiares, dándoles a ganar millones, recibiendo presuntamente comisiones, y posteriormente algún sillón en sus consejos de administración. Esto último sí está probado, se repite conforme van quedando fuera de la política aquellos cargos que mediaron para robar a la ciudadanía sus empresas públicas, y les van "fichando" por sueldos millonarios para sus organizaciones privadas, antes públicas, a pesar de no entender ni una papa del asunto que mueve dicha empresa. 

    Seguiremos...

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