Yo no soy sociólogo, psicólogo ni psiquiatra, por lo que solo puedo y debo exponer un punto de vista subjetivo, el mío personal, el dictado de mi mente, lo que siento al respecto del tema a tratar, cuál es mi experiencia. Trabajo desde los dieciséis años, como todos los que empezamos temprano a trabajar, he pasado por varias empresas y diversas ocupaciones. Al mismo tiempo, he tenido jefes diferentes, pero con algo en común, que achuchaban como tratando de sacarte el máximo partido o rendimiento por el dinero que te pagaban, que nunca era una barbaridad, ni mucho menos. Todos trataban de imponer sus normas, no solo de conducta en la empresa, que lo veo lógico siempre que estuvieran dentro de lo permitido o legal, sino que imponían sus caprichos en el trabajo o función a realizar, cuando era uno el que estaba harto de desempeñar el trabajo que fuere, y capaz de comprender que aquello que trataba de imponer el jefe no pasaba de eso, de ser un mero capricho. Esos caprichos sin fundamento van quemando a los trabajadores y hace que el trabajo no se desarrolle con alegría y satisfacción. Así que ese estado mantenido en el tiempo, a lo largo de todos los años que se trabaja, hace que cualquiera ansíe la fecha en la que se jubilará, siempre queda demasiado.
Ahora viene la segunda parte, la de todos esos insensatos, políticos, ministros, gobernantes en definitiva, que por asuntos económicos, sin detenerse a estudiar ni rendimientos, ni estado de salud física y mental de los que llevan cuarenta años aguantando caprichos y broncas, muchas veces injustas, quieren alzar la edad de jubilación a los setenta y tantos u ochenta años porque la esperanza de vida ha aumentado, pero lo quemado que nos sentimos y lo hartos que estamos, también. Hay un problema, que los gobiernos no han fijado un método de control de los dineros de los empresarios, las presentaciones de cuentas son unos ajustes entre comerciantes, clientes y proveedores, que poniéndose de acuerdo ponen los números que a todos vengan bien y la Administración se lo traga, a menos que hicieran algo tan burdo que dé el cante demasiado. De este modo y con la ingeniería fiscal permitida por los gobiernos, las empresas pagan lo mínimo en impuestos por su actividad y sus beneficios. Así no alcanza el dinero para todos los servicios públicos, pensiones y nóminas del chorro de enchufados en las Instituciones.
Lo primordial es llegar a conocer realmente el montante de dinero que ingresa una empresa, debiendo contribuir en el porcentaje adecuado y en línea con lo que paguemos todos, incluso progresivamente al alza según volumen de ingresos, sería lo justo, que el que más gane, más pague. Por aquí, dese mi punto de vista, ha de comenzar toda la cuestión del pago de todo el gasto público. En los presupuestos se encuentran todos los gastos o para los que se pretenden destinar ciertas partidas de dinero, pero se deben conocer todos los ingresos ciertos, no los amañados, han de ser los reales. De esta manera sabremos cuanto debe contribuir cada euro ingresado para el gasto del país y, lógicamente, las pensiones han de estar incluidas en los presupuestos del Estado.
A parte de lo dicho, hace falta una buena dosis de vergüenza en la clase política y en los gobernantes, para que tomando conciencia del abuso y el despilfarro, se adelgace la Administración pública, se despidan a todos los enchufados, a todos los que deben sus puestos de trabajo al nepotismo de los políticos. Se rebajen los salarios los políticos y sus asesores, se deje de regalar dinero público a entidades privadas, no se financien sindicatos, Iglesia, ONGs, fundaciones, asociaciones, partidos políticos, terceros países, etc. Hay que reconstruir España, abandonada desde hace años en este particular de hacer país, avanzar, industrializarlo para conseguir el pleno empleo, dejar de subvencionar con limosnas a la gente y en su lugar dar puestos de trabajos dignos con salarios respetables. Los políticos tienen una gran tarea por delante, en lugar de dedicarse a vivir como parásitos despilfarrando nuestro dinero, el de todos, mientras pierden el tiempo en broncas y descalificaciones con tal de ofrecer un reality circense continuo.
Seguiremos...
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