jueves, 22 de diciembre de 2016

TIRADOS EN LA CALLE

                                              Imagen: www.cuatro.com


Está haciendo mucho frío, ayer hizo mucho frío a pesar de que el sol estuvo presente. Hace mucho frío para hacer la vida en la calle, es por eso que se me vienen a la mente los mendigos, las personas sin hogar, los pobres, los desamparados, a los que se han excluidos o la sociedad los ha dejado al margen del proyecto social. En estos días de temperaturas bajas y alta humedad que te cala hasta los huesos al menos que estés pegado a un brasero o a un calentador, es difícil estar todo el día tirados en la calle, mucho menos pasar las noches en cualquier rincón.
Algo no estamos haciendo bien a la vista de situaciones como esta. Quizás haya personas que eligieron vivir así, es probable, habría que preguntarle a ellos, pero es casi seguro que muchos se encuentran en la calle por una conjunción de casualidades. Las personas nos deben de importar, sobre todo, a los gobernantes, ya que su función principal, aunque aún no se enteraron es la de asegurar el bienestar de la población. Esa función incluye un plan para velar por la vida, también, de todos esos que están pululando por la calles sin rumbo fijo mas que encontrar un buen rincón que le sirva de cobijo.
El frío te agarra y te cala hasta los huesos para no volver a entrar en calor en todo el día, a pesar de ir bien vestido, pero sabes que en un rato o en unas horas te resguardarás en el salón de tu casa y pondrás los calefactores, pero las personas que no tienen medios… cuándo, cuándo van a dejar de sentir frío. Además, esas personas no van a comer como nosotros porque no tienen los medios suficientes para asegurarse un buen guiso o un buen caldo… comerán lo primero que caiga en sus manos, tal vez, un trozo de pan acompañado de un litro de vino, esperanzados en que el alcohol palie el frío.
Con unas mantas envueltos y pertrechados con cartones pasan como pueden los días y las noches. Piden durante el día y duermen, si el frío se lo permite, por las noches cobijados en los cartones situados en cualquier soportal. La escena no gusta a casi nadie, los vecinos no lo quieren allí y tampoco es agradable a la vista de los que pasean por la acera cercana. Hay mal olor procedente de las mantas y de las ropas sin lavar que lleva la persona, también hay manchas de pipí o de vino sobre la acera. Todos preferiríamos que aquella persona no estuviera allí a la vista de todos, quisiéramos que estuviera atendida, aseada, comida y sin pasar frío, no en la calle sino en algún centro público. Ya sé que hay personas de estas que no quieren abandonar la calle, que han hecho de ella su medio de vida, que llevan viviendo muchos años de esta manera y no quieren que se les ayude… comprendo, llegados a este punto que es complicado acertar con las medidas a tomar. De nuevo deduzco lo embarazoso que es imponer algo a alguien, para que todas las partes queden satisfechas. Habrá quienes digan que no deben estar los mendigos tirados por las calles de la ciudad. Habrá quienes consideren más prioritario respetar la decisión del principal perjudicado, que para unos será el propio indigente y para otros serán los ciudadanos.
Sea como sea, a esas personas hay que quitarlas del frío porque lo que les espera es una muerte por bajas temperaturas. Por otro lado, hace falta que los dirigentes, las autoridades o los gobiernos encuentren la fórmula para que la ciudadanía, al completo, pueda trabajar y tener los medios mínimos y necesarios para vivir dignamente.

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