Hoy hay una noticia en prensa, también la escuché esta mañana en una emisora de radio, aumenta la circulación de billetes falsos, dice que cada día es más fácil falsificar los billetes, y que hay imprentas del sur de Italia, de Bulgaria y hasta en España, pequeñas y grandes, especializadas en tunear el papel, incluso el procedente del atrezzo del cine, billetes falsos que se utilizan en las películas. Dichos billetes son de venta legal, son buenas imitaciones, pero sin elementos de seguridad, se les colocan los mismos y ¡hala, a estafar!
El artículo habla de que se suelen falsificar los billetes más pequeños, los de 20 y 50 euros, continúa con ciertas actuaciones de la policía a través de las cuales se han atrapado a algunos delincuentes metidos en este tráfico de papel falso. Habla de un taller que se desmanteló el año pasado en Valencia, especializado en falsificar billetes de 500 euros, o de que el precio de compra de billetes falsos suele ser del 10% de su valor de billete auténtico. Las transacciones se suelen hacer en la web oscura o profunda, también a través de ciertas aplicaciones, y se abonan con criptomonedas para impedir que se les pueda seguir la pista.
Y después de esta síntesis de la información, vuelvo a mi sentido común y reitero que es necesaria la invalidez del valor de toda moneda. Las compras y todos los pagos se deben hacer digitalmente o mediante tarjeta de crédito para evitar el fraude, la estafa, entre personas, entre personas y comercios, o ante la Administración pública... ¡Basta ya de quitar dinero de en medio! Hay demasiados aficionados a llevar dinero a paraísos fiscales y ocultar cuentas de resultado, pues que se deje de producir y de mover dinero físico en España. Que todo salga a la luz, así todo el que haya engañado al fisco y tenga dinero oculto, que lo pierda, pero sin amnistías como las del pasado y sin dar ninguna probabilidad a que actualicen ese dinero oculto. Gran parte de la corrupción es posible por la cantidad de dinero que se mueve sin ningún control y fuera de toda legalidad. Así nos encontramos con las sorprendentes cajas B, la financiación ilegal de partidos, las compras y ventas falseadas, las comisiones bajo cuerda, los repartos de sobres sin aparecer en nóminas ni en declaraciones fiscales, y las grandes cantidades de dinero empleadas en adquirir productos prohibidos e ilegales. Todo esto lo saben los gobiernos habidos y por haber, pero los delincuentes se protegen entre sí, y como estamos viviendo con las normas de un sistema perverso, mafioso y corrupto, pues impera la norma de los gánsteres del poder y del dinero, que suelen ser todos los aspirantes y okupas de cargos públicos relevantes. ¿Podrán volverse decentes si el dinero corre como la droga que es? Lo dudo mucho.
Seguiremos...
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