lunes, 12 de junio de 2017

LA PERVERSIÓN DEL SISTEMA

                                                   Imagen: www.rt.com


Hay casas donde las personas que viven no han tenido tanta suerte, están en paro, tienen dificultades para comer, para desplazarse, están en minoría y esa gente cuenta. Hay que legislar para conseguir una sociedad más equitativa y justa. No debemos parar hasta que los políticos no apuesten por un proyecto social, laboral, comercial, educacional, industrial, sanitario, etc., donde tengamos cabida todos. No hay que seguir soportando a los petardos y adoquines que nos gobiernan: gente embustera, deshonesta, ladrona, desconsiderada e ineducada. Todas estas categorías se las han ganado ellos solitos con sus ruines actos, con su arrodillamiento a facciones de poder oculto, con la opresión ejercida sobre la ciudadanía y, en especial, sobre los más desfavorecidos.
Lo tenemos todos para ser felices y sin que tenga que existir motivos extraordinarios para serlo. Lo somos sin más, aunque no se nos haya educado para no reconocerlo y situarnos en el centro de nosotros mismos; allá, desde donde la plenitud nos alcanza porque la somos… sencillamente, por eso, por serlo. Es por ello, que estamos en condiciones de decir que los que pelean inmersos en la ignorancia están perdidos totalmente. Nuestros políticos están extraviados, aunque todos no se encuentren todavía en estado inservible… algunos son irrecuperables; la actitud malévola y mafiosa se ha adueñado de muchos de ellos… son desecho social y humano. Son personas de las que no nos podemos fiar para trabajar conjuntamente, porque tarde o temprano nos traicionarían, nos clavarían el puñal por la espalda… nos robarían.
Debemos dejar de fijar el foco en lo inservible, para ponerlo en la gente más humilde, en la que sufre y menos tiene… no digamos, en la que no tiene nada, que también la hay. Hay que volcarse para socorrer en primer lugar e, insertar, en segundo lugar. Tan solo nos vale una sociedad de gente integrada en un proyecto común que persiga el bien de todos, la igualdad, la vida digna, el trabajo decente, la solidaridad, el respeto y el amor de las personas. ¡Queremos una sociedad más inteligente y más humana!, al menos, lo quiero yo. Entiendo que sería el fin de muchos problemas, el final al drama de la emigración, de la destrucción: guerras, terrorismo, genocidio, hambre, pobreza, etc. La lucha de nuestros políticos tendría que ser, simplemente, el trabajo diario de cada uno de ellos, colaborando entre sí, con los problemas de la gente en el punto de mira… como objetivo principal de hacer política para hallar las respuestas, encontrando soluciones.
Humildad, unión, compañerismo entre todos los políticos de diferentes ideologías, de diferentes colores, banderas y siglas; porque los símbolos son irrelevantes frente a las necesidades de la población. El Estado lo creamos y soportamos entre todos para conseguir la sociedad que mejor nos parezca a la ciudadanía; necesitamos los políticos que sean capaces de comprenderlo. La política no es un oficio, antesala de la colocación en empresas privatizadas; tampoco es un medio para comisionar y forrarse. Esa es la perversión actual por la que el Presidente del Gobierno tiene que ir a declarar como testigo de la corrupción de su partido político.

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