sábado, 10 de junio de 2017

LA SOLUCIÓN ESTÁ EN TI



                                 Te ruego que escuches la música mientras lees

La solución está en ti, no la busques en nada externo, tú eres todo el conocimiento, todo el saber, la sabiduría misma eres tú. Todos somos la inmensidad de lo que es, aunque nos creamos ser un poco de ella. Con ese poco hemos fabricado nuestro personaje, quien creemos ser. Pon una música hindú, escucha a Ravi Shankar, por ejemplo y deja que te gire la cabeza, que de vueltas, permítele que flote como un velo de colores anaranjados que sigue el ritmo de la música mientras se precipita al suelo a cámara lenta. Mientras el velo surca la habitación de un lado a otro, no terminando de caer, la música hace redobles de tambor y el sitar destila notas agudas con un cierto vibrato típico de la música clásica de la India.
¡Ay, la India!, la tierra mística que tantos gurús ha dado, que tantos maestros y tanta enseñanza ha exportado al resto del mundo. Escucha los sonidos del despertar de la música de Ravi Shankar. Es mi invitación de hoy, si eres capaz de sentirla y permaneces en silencio vibrando con ella. Imagínate que has llegado a un lugar sagrado, a un templo del despertar, a un ashram. Cuando entras te descalzas, sientes el suelo con tus pies, caminas despacio hacia un espacio disponible entre las personas que permanecen sentadas frente al gurú. Hay un olor intenso a incienso y se oye la música suavemente, de fondo. Nadie habla, nadie se mueve, todos meditan hacia dentro de sí. Todos tratan de reunirse con la totalidad que somos cada uno de nosotros. De la que nos distanciamos por nuestra forma de vivir, por nuestra educación, por la ignorancia de la civilización occidental en este campo. Así que te sientas, recoges tus piernas y hace como los demás… te mantienes erguida y en silencio. Te dejas llevar por los sones y pronto tus ojos se cierran… ahora, la música está dentro de tu cabeza y, poco a poco, la música transita todo tu cuerpo hasta llenarlo… ahora, tú eres la música; cada nota de la melodía la eres tú. Tú ya no eres quien llegó y se sentó, sino música. Aquella desapareció, ya no está sentada, es aire, flota sin peso elevándose con cada entonación musical.
El incienso te envuelve, se mete en ti a través de la respiración hasta conseguir que solo seas el humo flotando por la habitación; y sin abrir los ojos tienes una visión en tres dimensiones de todo el espacio de aquella sala en la que permaneces sin hacer algún esfuerzo para quedarte allí. El ritmo de los palos y el sitar continúa y tú te has convertido en la danza que surca la sala. Eres el humo del incienso que sigue las notas de la armonía que hace vibrar al aire, y tú eres aire en aquel momento, y eres música, y eres humo… y arte.
De repente, se hace el silencio, otro silencio… la música deja de oírse y caes dentro de ti, desciendes a lo físico y te ajustas al envoltorio, a la norma, a la regla… vuelves a sentir tu cuerpo… estás ahí sentada en la sala, rodeada de gente como tú que retorna de la totalidad que es… la que somos todos aunque todavía no lo creamos. ¡Qué seas muy feliz cada día de tu existencia!

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