sábado, 10 de junio de 2017

TRABAJANDO A CASI CINCUENTA GRADOS

                                                                Imagen: www.hoy.es


Ya tenemos las calores encima y, en estas latitudes, no hay quien viva, ni quien tenga ganas de trabajar; solo quieres tomar cosas frescas, comer frutas y reposar en una estancia con las persianas bajadas y el aire acondicionado funcionando. El verano ya está aquí, los cuarenta y cuarenta y tantos grados son señalados por los termómetros cada día como algo normal. El frescor de la mañana se extingue pronto, te levantas y das dos bocanadas de aire fresco, pero en un corto espacio de tiempo ya no vives sin, al menos, un ventilador situado a pocos metros de ti.
En estos momentos pienso más en aquellas personas que tienen que desarrollar trabajos que exigen mayor exposición al sol y que requieren un mayor esfuerzo físico. Todos los años hay algunas personas que fallecen, por aquí abajo, a causa de los golpes de calor por la dureza de sus jornadas de trabajo a pleno sol. Cuando vienen a darse cuenta tienen un fallo multiorgánico y se mueren deshidratados; han sobre pasado el límite de tiempo expuestos al sol y la temperatura corporal se ha disparado, el sofoco les ha matado. Esto no lo regulan las empresas, sus directivos y jefes solo saben que tienen que realizar un trabajo y el tajo es el que es, así que designan las personas que deberán desarrollar esa labor y tienen una jornada de ocho horas por delante con sol o sin él; en este caso, con sol, como corresponde con la época del año y la zona geográfica. ¡Es durísimo!, las insolaciones son frecuentes como antesala del golpe de calor y advertencia del peligro de la prolongada exposición a las altas temperaturas y al sol. Los cuerpos no son máquinas de acero que, seguramente, aventuradas todo el día al sol, igual, la dilatación de los materiales también podría repercutir en el rendimiento de las mismas. Los cuerpos son organismos más sensibles a las condiciones extremas de temperatura, pues aunque tienen sus formas de regular la temperatura; hay situaciones ambientales que le sobre pasan y les producen un caos, un shock.
Los intereses laborales y las necesidades corporales, en muchas ocasiones, están reñidas. Recuerdo una corta experiencia personal que tuve en una fábrica de tuberías de polietileno para el riego, donde las máquinas mandaban y marcaban el ritmo de trabajo. Eran máquinas que ya habían fabricado millones de metros de tubo y no estaban en su mejor forma, lo que propiciaba frecuentes fallos en la tubería, que yo debía subsanar sin que las máquinas se coordinaran ni pararan. El resultado era que cuando acudía a solventar el error de una de las máquinas, toda la cadena seguía funcionando, lo que significaba que seguía tirando tubería defectuosa; no os quiero ni contar lo que tu sentías cuando volvías a la máquina que tenía que estar enrollando el tubo y estaban cientos de metros esparramados por el suelo, doblados de cualquier forma… No lloraba porque soy mayor para ello y el llanto no iba a resolver la situación. Durante la jornada de trabajo esto se sucedía en varias ocasiones, era muy frecuente; además había poco personal para atender aquella cadena de producción, y no solo tenías que cuidar de que todo funcionara, sino de terminar un rollo y comenzar uno nuevo, operación que se hacía manualmente para darle el empiezo a la máquina y que ella hiciera el rollo, sino que a veces se quedaba sin goteros y tenías que ir donde estaban las cajas y verterlos en un recipiente. Por otro lado, tenías que verter bolitas de polietileno en otro recipiente para confeccionar la propia tubería. Cada rollo al acabar tenía que ser flejado, y debía cortar una muestra para hacerle unas pruebas de presión, goteo, densidad, etc., de las que debía llevar unas anotaciones. No he exagerado nada, había que hacer todo esto y las máquinas fallando a cada momento por lo viejas que eran, ¡es el trabajo más inhumano que he realizado en mi vida!... jamás lo olvidaré, me volvía a casa, tras las ocho horas, como un zombi y sin poder ir, ni siquiera, a hacer pipí. Por esto digo que hay trabajos en los que se ha mirado, únicamente, el apretar a tope al trabajador, sin entrar en valoraciones de riesgos físicos y condiciones del puesto de trabajo.

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