lunes, 26 de febrero de 2024

TRAER A CASA UN PERRO ADULTO


                                               Imagen que publicaba la señora en Facebook

    La actual experiencia es como sigue: El domingo 18 de este mes de febrero falleció Trasto, mi dálmata de casi doce años. Decidimos adoptar una perrita y empezamos la búsqueda, hice varios contactos y también se lo dije a algunos vecinos y amigos. Contacté con una asociación que acoge perros y los da en adopción, pero unas perritas que me gustaron, decían tenerlas ya reservadas. Hablamos con varias personas relacionadas con asociaciones de ese tipo y las exigencias o trabas para la adopción eran grandes, al menos para mí, que he tenido perro casi toda mi vida, y ya tengo 65 años. Incluso llegué a hablar con una persona cercana a mi nuera, igualmente comprometida con la recogida de animales abandonados para posteriormente darlos en adopción, y llegué a decirle que el cuestionario de pre-adopción me parecía indiscreto por el tipo de preguntas recogidas en el mismo. A pesar de ello, y sin rellenar ningún cuestionario, dado que había esa cierta cercanía y podía informarse por mi nuera de mi amor por los perros, así como del cuidado que les dispenso, convirtiéndolos desde el primer día como uno más de la familia, aceptó a que conociera a una perrita que tenían en adopción, y ayer mismo, una semana después del fallecimiento de nuestro perro, la conocimos y dimos un paseo con ella acompañados por su actual cuidador. 

    Ya estábamos decididos a que esa sería nuestra próxima amiga de cuatro patas, pero el destino que juega sus pasadas, quiso que al llegar a casa mi mujer dando una vuelta a su móvil viera un anuncio de unas personas que pedían socorrer a una perra pastora alemana que vivía con su dueño, el cuál había fallecido la semana anterior, de la que no podían hacerse cargo, y que estaba sola en un piso, casi sin cuidados desde entonces y molestando al vecindario. Por todo ello, habían llamado a la Policía Local, que quiso llevarla al centro zoosanitario de Sevilla, lo cual supone que si en tres días no la acogen, la sacrifican. En el anuncio solo se veía la cara, la vi y decidí hacer una llamada, serían las 14:30h de la tarde, mostraron del otro lado mucho agradecimiento y, la hermana del fallecido accedió a entregárnosla sobre las 16:30h, dos horas más tardes, pues estábamos ambas familias inmersos en pleno almuerzo.

    Llegamos con unos cinco minutos de antelación, y la señora también fue puntual, apareció calle abajo andando, era una persona mayor que decía no poder subir hasta el cuarto piso de un bloque sin ascensor, pero que llamaría a un vecino para que bajara a por la llave y bajara a la perra. El primer contacto fue de desasosiego por su parte, me refiero a la perra, tan solo deseaba captar algún olor que le condujera a su dueño. Se notaba en su excitación y los giros continuos de cambio de dirección que hacía con el cuello, sin embargo, en ningún momento mostró agresividad o malos gestos hacia los que estábamos en aquel lugar a pie del bloque donde ella residía. Estaba lloviendo, no llevábamos paraguas y la conversación se alargaba, pues la entrega, desde mi punto de vista, no era una entrega normal, nadie, ni siquiera el vecino que vivía puerta con puerta con el fallecido, sabía como se llamaba la perrita, le pregunté a la señora por la cartilla sanitaria para continuar las vacunas y desparasitaciones, no sabía si la tenía o dónde estaba. Le pregunté también si sabía si tenía chip, tampoco conocía ese dato, y le referí que hoy lunes la llevaría al veterinario y nos podíamos encontrar alguna sorpresa. Respondió, que no, que estaba el anuncio de facebook y que yo tenía su móvil por si dudaba de algo el veterinario. Yo no estoy convencido de que todo vaya a salir bien en ese aspecto.

    En el coche no se comportó mal, incluso llegó en algunos momentos a echarse, y llegamos a casa. A partir de ahí, la perra lo huele todo, le presentamos todas las estancias, las personas que vivimos en casa somos las mismas que habíamos ido a recogerla, se suponía ya nos conocía a todas. Le presentamos al gato de mi hijo y no le prestó atención durante casi toda la tarde. Pero cuando ella comenzó a ordenar su mente, mostró una fuerte tendencia a aceptarme solo a mí como líder y su dueño, desde entonces mi mujer o mi hijo si se movían para algo o aparecían allá donde yo estuviere tenían que hablarle con antelación o les ladraba muy seriamente, casi llegando a ser un ataque, que por supuesto le comencé a corregir desde el justo momento en que protagonizó el primero de ellos. Después empezó a sentirse atraída por el pobre gato que había estado todo el tiempo en la parte alta del sofá. Le gruñía y mostraba deseos de atacarle, o sea, que comenzó una situación de adaptación, que os aseguro, si no fuera por los años que llevo tratando con perros, esto le toca a otra persona con menos experiencia y ayer mismo por la noche ya hubiera estado buscando la forma de deshacerse del animal, no digo abandonándolo, pues eso no cabe en mi cabeza aunque sí en la de otros muchos desaprensivos, pero que sería inaguantable para muchos. Esta misma mañana al despertar, volvió a saludar a mi mujer, que estaba junto a mí, en la misma cama, a base de ladridos y amenazas, le vuelvo a corregir seriamente y se normaliza, es una perrita muy protectora que acepta solo a una persona como dueño o líder. Será cuestión de darle su tiempo para que nos reconozca a fondo y nos ubique en su cabeza. Ya os seguiré contando.

    Seguiremos...

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