Uno de los problemas que padecemos es la identificación mental con esto o aquello, que nos lleva a decir: Yo soy socialista, comunista, madridista, culé, católico, protestante, musulmán, etc. Cuando nos hemos identificado al extremo de creernos parte de esos colectivos, que no son más que parcelas de la programación, ya la hemos liado. Seguimos sin darnos cuenta de que solo somos la energía de la vida que somos, y de que se han creado cantidad de distracciones y divisiones para que no respondamos desde quienes somos de verdad, nuestra última o única identidad, para pasar a ser alguien obligado a defender ese colectivo al que se cree pertenecer. Nos falta mucho por aprender.
Otro de los objetivos pretendidos por los que mandan, con esa falsa identificación es la división, la fragmentación de la población, que ésta no llegue a ser una unidad para defender los temas que les pudieran interesar, sino que no nos pongamos de acuerdo en nada o casi nada. De ese modo jamás nos convertiremos en un obstáculo para que ellos consigan lo que pretendan con sus normas impuestas a través de los que hacen como que gobiernan. Los que gobiernan están al servicio de esa minoría con mayor riqueza monetaria, y que por tanto acumula el mayor poder, ejercido a través de sus normas impuestas por las leyes de los gobiernos a sus órdenes. Esas normas y leyes persiguen un entorno propicio para que los beneficios de esa minoría poderosa se incremente, sin importar en qué estado quede la mayoría silenciosa y explotada. Lo único que cuidan es que sigamos divididos y nos enfrentemos entre nosotros, de ahí ese invento de programación para que unos lleguen a convencerse de que son socialistas, comunistas, de tal partido político o tal otro, de tal religión o tal otra, etc.
Cuando ya se ha visto, se entra en las redes sociales y se ve con una claridad total, están los unos insultando a los otros, los unos tratando de mostrar que los suyos son los buenos, los otros haciendo lo propio de los suyos, y el caos está servido. No nos ponemos de acuerdo en ninguna forma de actuación para poner fin a este sistema capitalista explotador, que tan fatalmente distribuye la riqueza, que va terminando lentamente, pero progresivamente con los servicios públicos, porque todo ha de ser negocio para sus empresas y empobrecimiento para el resto de los mortales. La ciudadanía es mayoría aplastante frente a esos despiadados capitalistas, y hasta que no nos demos cuenta de ello, no tendremos éxito en la empresa de gestionarnos de un modo diferente.
Primero, dese cuenta que usted es la energía de vida que le asiste para seguir transitando en esta existencia. Segundo, comprenda que su pertenencia es solo al colectivo humano, a la humanidad, y que hay señores y señoras que se levantan para hacer sus negocios, para obtener sus millonarios beneficios sin importarles en absoluto lo que le suceda al prójimo, si muere con una de sus bombas, si no tiene nada que comer o beber. Debemos tomar conciencia de la humanidad, de todos los seres vivos, porque estamos en conexión a través de la energía de vida que somos. Tenemos que unirnos para decidir cómo queremos vivir, qué normas aceptar, etc., porque nadie vendrá a solucionar nuestros problemas, puesto que todos pasan por el tamiz de esos poderosos para ocupar cargos de poder, así que obedecerán los intereses de aquellos. Para cambiar las cosas tenemos que ponernos todos enfrente de esos que pretenden ser los dueños del mundo y de sus riquezas naturales.
Seguiremos...
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