lunes, 30 de enero de 2017

DE OTRA MANERA




Hablar por los que lo tienen todo resuelto, no tiene mucho sentido, hay que hacerlo por aquellos que viven en peores condiciones. Hay que alzar la voz para proteger a los más desfavorecidos, para que los gobiernos del mundo se vean forzados a virar. El dolor, el peso y el sufrimiento están en lo que les está sucediendo a esas personas, no en los triunfos de los que lo tienen todo resuelto.
El grito de la población tiene sentido cuando exige a sus gobernantes equidad, justicia, decencia y honestidad para que se apliquen leyes razonables en beneficio de la ciudadanía, en especial de aquellos más indefensos. Hay que dar aliento a los más desmotivados, a los menos formados, para que puedan ir abandonando las capas sociales más bajas, al mismo tiempo que puedan integrarse socialmente.
Somos humanos, pero no solo por tener una forma concreta o caminar sobre dos piernas. Somos humanos porque somos capaces de actuar inteligentemente haciendo uso de una forma de pensamiento superior, pero también siendo capaces de amar a los demás actuando desde el corazón, mostrando generosidad y solidaridad. ¿Cuán lejos de todo esto se encuentran algunos y, muy especialmente, los que nos gobiernan?
Entre todos debemos, tenemos la obligación de ayudar, de apoyar a todas las personas que nos puedan necesitar. La sociedad tiene que autoalimentarse de bienestar general, o sea, estructurarse para que todo su funcionamiento genere más bienestar para toda la ciudadanía; ese debe ser el fin de una sociedad moderna e inteligente. Sin embargo, parece que algunos viven en el medievo, organizan cruzadas contra otros pueblos para achicharrarlos con bombas y armas químicas, ¿qué salvajada es esa? Algunos se quedaron anclados en los métodos de los siglos doce o trece, ¿qué han evolucionado esas personas que proyectan la destrucción de otros pueblos y el asesinato de millones de inocentes?
Todo lo que vengo exponiendo demuestra que los trajeados de ahora, de zapatos bien limpios, barbitas recortadas y pelo bien engominado, poco se diferencian de aquellos bárbaros de greñas y barbas descuidadas, bruscas maneras, que comían caza en abundancia asiendo las piezas de carne con las manos, chorreándoles la pringue por las barbas, la cara y los vestidos, limpiándose la grasa en las mangas y regándolo todo con vino hasta emborracharse. Yo no estaba allí, pero como ustedes, lo he podido ver en alguna que otra película. O sea, ha cambiado la fisonomía, la forma pero no el fondo… el bárbaro va por dentro.
Estamos muy necesitados de elegir para la tarea de gobernantes a gente que sienta a la gente, personas que no hayan abandonado a sus corazones porque es éste el que les va a recordar continuamente que hay más personas en el mundo, que no solo vale caminar de una manera egoísta, que solo se puede llegar a ser realmente feliz cuando todos lo somos. Tienen que volver a recordar que son parte de la humanidad, que no pueden escapar de ella, o caminan con ella o se convierte en un lastre que no se elimina dejándola morir de hambre o por la acción de las armas… detrás llegarán muchos más, les falta visión a largo plazo, comprensión y amor.

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