viernes, 27 de enero de 2017

EN HONOR A NIKOLA TESLA




La vida, a veces, parece tremendamente injusta o es que no la hemos entendido lo suficiente. Tal vez cuando alguien descubre y descubre sin parar, y otros se apuntan los tantos porque aquél se encuentra tan absorto en sus investigaciones y sus prácticas; da ese resultado, la vida parece injusta. Esto es lo que le sucedió a Nikola Tesla que nació en Smiljan, actual Croacia, en 1856. Desde niño se pasaba horas bajo la lluvia contemplando la caída de los rayos, cómo se formaban esos arcos luminosos cargados de electricidad que iban buscando la superficie de la Tierra. Era un niño curioso, introvertido y gran lector. Vivió una infancia atormentada pues se culpaba de no haber podido evitar la muerte de su hermano, que tuvo un accidente mientras montaba a caballo.
En 1884 se trasladó a EEUU, después de haber trabajado en algunas empresas eléctricas en Europa. Viajó con una carta de recomendación de una de las compañías europeas que dependía de Thomas Edison, para que se presentara a éste en EEUU. El día de su llegada localizó el domicilio del inventor americano, y se presentó con su carta de recomendación y algunos planos y patentes de inventos que había proyectado, por ejemplo un nuevo motor que se alimentaría con corriente alterna. Aquello le pareció una locura a Thomas Edison, puesto que éste llevaba mucho tiempo trabajando en un proyecto para dar electricidad a toda la ciudad con corriente continua. Nikola Tesla le contradijo, le hizo ver que el futuro no era de la corriente continua sino de la alterna, y esto enojó a Thomas Edison. A pesar de ello, le ofreció trabajar en su compañía, algo que Nikola Tesla no hizo de inmediato por las grandes diferencias que existían entre sus objetivos.
Así que Nikola Tesla prefirió emplearse como un simple operario abriendo zanja en las calles de la ciudad. No obstante, cuando tuvo la entrevista en casa de Thomas Edison, estuvo presente un matrimonio amigo de Thomas Edison que regentaba una editorial importante y conocida, de tal manera que permitieron que Nikola Tesla publicara información sobre sus inventos, algo de lo que se hizo eco la prensa del momento. Thomas Edison era alguien intocable en EEUU, el gran inventor, una celebridad entre sus paisanos, pero le había salido un grano llamado Nikola Tesla, alguien que se atrevía a poner en entredicho la línea de trabajo de Thomas Edison y que empezaba a convencer a ciertas personas relevantes en el sector, como al Sr. Westinghouse. Esta fue la primera persona que creyó en él y en sus proyectos, acordando un contrato para fabricar y comercializar su motor similar a los que mueven muchas de las máquinas que tenemos en los hogares y en la industria en nuestros días. Por ese contrato Nikola Tesla recibiría un dólar por cada unidad vendida. Mientras tanto, Thomas Edison hacía por todo el territorio sacrificios de animales, a los que mataba en público con corriente alterna, para hacer ver a los ciudadanos que la corriente alterna era muy peligrosa para la humanidad.
Nikola Tesla tenía un proyecto central que solapaba con otros encargos e inventos que surgían, de este modo descubrió la radiofrecuencia, hizo demostraciones de un barco dirigido a distancia, y los allí presentes no daban crédito a lo que veían. Algunos de los presentes se acercaron a donde Nikola Tesla había colocado un pequeño atril que sostenía el mando de control remoto, y comenzaron a buscar desesperadamente sin encontrar nada; así que terminaron preguntando a Nikola: ¿dónde ha escondido los cables?, sencillamente respondió: “No hay cables, se controla a distancia”.
Posteriormente, se le encargó la comunicación a distancia, incluso transoceánica, pero había gente trabajando en otros lugares del mundo que accedían a sus patentes, que eran miles, copiaban, mejoraban o modificaban y se adelantaban a presentar al mundo los inventos como si fueran suyos. Nikola Tesla no parecía inquietarse por ello, su propósito era bien distinto y casi nadie lo conocía.
El Sr. Westinghouse vino un día a su taller a verle, pues llevaba meses encerrado sin comunicarse con nadie, tras la muerte de su madre. Cuando pasó al interior, Nikola estaba, como siempre, realizando pruebas, tomando notas, estudiando y realizando prácticas de envío de electricidad a distancia. El Sr. Westinghouse vino a decirle que las cosas no iban bien económicamente y que iba a tener problemas para darle su parte. Nikola tomó su copia del contrato y lo rompió delante del Sr. Westinghouse, para que no tuviera esa deuda con él, y él no pudiera reclamarla nunca. En esa situación económica y sin contrato que la vinculara con Nikola, el Sr. Westinghouse, le retiró su apoyo.
Apareció un nuevo personaje en escena, un banquero que pensó que invertir en este genio le reportaría grandes beneficios en un futuro cercano, se trataba de J. P. Morgan, el Comodoro, como le conocían todos en la ciudad. Con la aportación del banquero se apresuró a construir una gran torre con una gran bobina en su interior, desde la que emularía a los rayos. Su intención era enviar rayos con gran cantidad de energía a la ionosfera, de tal modo que ésta hiciera de espejo y lanzara la emisión contra la superficie de la Tierra, para que emularan los rayos y utilizar la Tierra como un gran acumulador de electricidad, de tal forma que cualquier persona obtendría electricidad de un modo gratuito en todo el Planeta. Cuando J.P. Morgan conoció sus intenciones, dijo que aquello no sería negocio para él, que a lo sumo le daría para vender antenas para captar la energía y mandó sabotear todo lo que estaba haciendo Nikola Tesla, había que acabar con él y sus inventos. A la mañana siguiente cuando Nikola Tesla llegó al rancho donde estaban construyendo su torre, se la encontró en el suelo. Ahora era J.P. Morgan quien quería poner fin a la carrera fulgurante de este gran inventor y genio, que decía tener algún contacto extraterrestre que le hacía llegar a su cabeza planos y máquinas, que posteriormente él se dedicaba a despiezar mentalmente y comprender su funcionamiento. Antes fue Thomas Edison que le mandó quemar su laboratorio hasta en dos ocasiones.
Ante la imposibilidad de llevar a cabo su proyecto de energía libre para la humanidad, se encerró en la habitación de un hotel hasta que en aquel lugar le alcanzó la muerte a los 87 años, en total soledad. Así de triste fue el fin del más excelente genio de la electricidad, al que ni siquiera le nombran en los libros de textos… los méritos se los llevaron otros.

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