Cuanto más escribes, menos te leen, no hay cultura de leer. Hoy se prefiere el vídeo rápido, como mucho de dos o tres minutos, que vaya de algo de coña, porque el personal está deseoso de reírse de todo. Así cómo va la gente a dar vueltas en su cabeza a algo que sucede frente a ella. No hay voluntad de hacerlo, lo consideran un derroche de su tiempo. Eso sí, se pueden llevar horas jugando sin parar con sus móviles o en el ordenador.
No cala en la población los intentos por concienciarla, la pelota no para de rodar, cuan bola de nieve haciéndose cada vez más gorda y arrastrando todo lo que se encuentra a su paso. La gente se deja, flota sobre la miseria en que lo están convirtiendo todo por esas ansias de poder de algunos. Nos dirigen como si fuéramos un rebaño, conducido por el miedo de sus normas y las situaciones críticas que crean a propósito para influir en el estado de ánimo de la población. De esa forma consiguen de nosotros lo que pretenden, nos obligan a aceptar sus condiciones, se llevan nuestro dinero, nos obligan a trabajar por los salarios que tienen a bien soltar, exigiendo el mayor esfuerzo que podamos realizar en su favor y el de sus beneficios.
Ayer la radio, por la noche, entrevistaba a señoras que llevaban muchos años trabajando en Inditex, la empresa de Amancio Ortega, hablaba de los beneficios que se iba a repartir la cúpula, cerca de ocho mil millones de euros. Hablaba de los bajos salarios de las señoras, alrededor de setecientos euros con veinticuatro años de servicio en la empresa. Hablaba de la discriminación de ser mujer en el seno de dicha empresa, en cuanto a los salarios comparados con los de los hombres en los mismos puestos. Hablaba de la subida que exigían de unos 500 euros, que si suman a los setecientos que decían cobrar, no es nada del otro mundo. Un analista decía que por la cantidad de trabajadoras que se encontraban en tal situación de abuso o explotación, el desembolso que tendría que hacer la empresa era de unos doscientos millones de euros. Creo que si en lugar de repartirse la cúpula de la empresa ocho mil millones se reparte siete mil ochocientos, no se va a caer el cielo, ni se termina el mundo; continúan teniendo cantidad de beneficios a repartir. Después de todo, ese beneficio se ha conseguido gracias al trabajo de sus empleados, justo sería que hubiera una ley, que ya está tardando, para que una vez salvadas las cantidades de gastos, pagos de todo tipo, reservas varias, etc., los beneficios tuvieran que repartirse atendiendo a las categorías profesionales en una proporción justa que alcanzase a todo el personal de cada organización empresarial o industrial.
Cuando salen estas noticias, es porque algo de verdad hay en ellas, solo falta que inspección de trabajo y las leyes de un gobierno velen por los intereses de los trabajadores, por ser la parte débil del eslabón de la producción, y hagan su trabajo adecuadamente. Por eso, los personajes millonarios no son tan bondadosos como alguna vez nos lo han pintado, aunque entreguen máquinas a la Seguridad Social. No hacen falta actos de gracia como estos, donando máquinas con lo que le quitas a tus trabajadores y trabajadoras. Hay que poner impuestos sobre el dinero igual para todos, en proporción a la cuantía de dichos ingresos, y repartir beneficios entre todos los que trabajan para conseguirlo, que ya Hacienda les exigirá a cada uno en función de sus ingresos. De esa forma, el empresario no se va a sentir agredido por Hacienda, que ya Hacienda se las verá con cada uno de nosotros para que tributemos en un porcentaje razonable a los ingresos de cada cual.
Seguiremos...
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