martes, 17 de enero de 2023

SANIDAD Y POLÍTICOS

 


    Ayer pasé siete horas acompañando a mi anciana madre en el hospital Virgen Macarena de la ciudad de Sevilla, viendo el colapso sanitario, el estrés del personal, el desbordamiento, la falta de personal implicada en tal manera de funcionar. Es angustiosa la espera para que te atiendan, para que hagan las pruebas, para que lleguen los resultados, o para que te vuelva a ver el médico. Tres o cuatro médicos para atender la urgencia como estaba, es demasiado poco, es insuficiente. Los médicos salían de una consulta y se metían en otra, iban citando por una consulta y otra, a veces pedían un celador y no había ninguno disponible, por lo que le veías empujando una camilla con tal de echarla fuera de la consulta y seguir viendo enfermos. No llegamos a ser una sanidad del tercer mundo, pero vamos camino de ello, ¡es denigrante!, justo es entonces cuando mirando, observando desde hacía horas, me alcanza la indignación y me acuerdo de todos los políticos, los que han gobernado y gobiernan porque consienten que esté de esta manera la sanidad pública, pero también me acuerdo del resto de políticos, por formar parte de partidos que de algún modo permiten lo dicho, o bien están en otros temas, reclamando otras cuestiones, casi todas menos prioritarias que la salud.

    Siete horas de pie, junto a la camilla donde se encontraba mi madre, la sala abarrotada, sin un puñetero asiento, casi sin espacio para permanecer en esa posición, estorbando muchas de las veces el paso de enfermeros y celadores, empujando camillas, otras veces para ayudar a otras personas que eran nombradas por la deficiente megafonía, que a duras penas lograbas descifrar el mensaje o la llamada que daban a través de ella. Llevar una camilla hasta la puerta de la consulta anunciada era algo heroico, lo conseguías si ibas serpenteando por el escaso espacio que había entres piernas, sillas de ruedas, camillas, personas en pie, etc. La sanidad está desbordada por falta de personal sanitario, y los culpables, vuelvo a decirlo, son los políticos... ¡maldita sea! Esos ineptos son incapaces de dimensionar adecuadamente la sanidad pública a la demanda real, pero por falta de voluntad para hacerlo, no porque sean lelos. No puede ser que te lleves siete, ocho o diez horas en el hospital para que te digan qué tienes, por supuesto derivado por el médico de cabecera (como decíamos antiguamente) de mi madre. No podemos necesitar ser operados de algo y pasar a una lista, en la que te puedes llevar seis, ocho meses, o un año. No puedes necesitar ser visto por un especialista y pasar a otra lista en la que ya te avisarán dentro de tres, seis, o diez meses. Esto no es una sanidad efectiva y no porque los sanitarios se estén tirando al palo, sino porque los políticos la tienen en esas condiciones, no destinan la suficiente parte del presupuesto de nuestro dinero a ese fin, prefieren asegurarse sus altos salarios comparados con los de los trabajadores, así como sus prebendas y privilegios de todo tipo. Hay que pagar a cantidad de enchufados suyos o millonarias pensiones, desvíos de dinero a negocios opacos, comisiones a empresarios amigos, etc.

    Los políticos tienen sanidad privada pagada por todos nosotros, por eso les importa un pimiento lo que nos suceda a los demás, cómo nos traten, cuánto tiempo perdamos, o si morimos por el camino. Ellos van al seguro privado, a clínicas privadas y son vistos al instante. Si quieren salir en la foto pasan por la sanidad pública, muy rara vez, pero los meten por la puerta trasera y les atienden sin demora alguna. Cuando era joven, recuerdo una de esas escenas denunciadas en el periódico del Vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra, del PSOE, que sufrió un esguince en un tobillo y le  criticaban haber sido atendido por la puerta trasera sin esperar como el resto de la ciudadanía... ¡son así de sinvergüenzas!

    Nosotros mantenemos el sistema, ellos son nuestros parásitos y se llevan la gloria, el dinero e imponen las normas ajustadas a lo que interese a los suyos y a los poderes ocultos que les ordenan, y ante los que se doblegan, incluso cuando los mandatos empeoran la vida de la gente. Tal como trabajan, los políticos con mando son de lo peor, el cáncer de esta sociedad. En las próximas elecciones dejemos las urnas vacías, a ver si se enteran de una puta vez.

    Seguiremos...

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