Ya sé, soy muy insistente, me centro demasiado en la acción de los políticos, échenme la culpa de todo, que la culpa no pesa, pero ya se darán cuenta algún día de que ese colectivo de bribones son los responsables de todo lo que sucede en la sociedad, bien por omisión, dejadez, inacción, no hacer leyes, o no hacer las necesarias para paliar tal o cual asunto, bien por su golferio mafioso o su corrupción, que de todo ha habido y hay un poco. Esa clase maneja los dineros públicos, lo hacen como les parece sin preguntar y sin el consentimiento expreso de la ciudadanía. Lo destinan a maravillosos sueldos, comisiones, prebendas, mamandurrias, privilegios, enchufes, negocios oscuros, privatizaciones, compensaciones a empresarios y banqueros con la intención de conseguir financiación ilegal para sus partidos y para sus campañas electorales, para sus carteras y sus cuentas bancarias, para que les condonen préstamos o, para que en el futuro cercano le den trabajo en algún Consejo de Administración de alguna importante organización empresarial o bancaria.
Es así como trepa y serpentea esa clase de bífidos. Dan un poco, lo sucinto, que no lo necesario, para servicios públicos, y el resto lo reparten a conveniencia entre enchufados, allegados, familiares, amigos, etc. A unos los colocan para toda su vida, y a otros les adjudican contratos variados y millonarios, muchas veces, la mayoría, muy por encima de su valor real de proyecto con alguna excusa imposible que se sacan de la manga y que nadie controla. Incluso, los organismos que debieran estar para que esos desmadres no se produzcan, miran hacia otro lado por orden de los que gobiernan, que casi siempre les tienen comprados por los puestos bien pagados y a dedo que les dieron tiempo atrás. Y por si fuera poco, con la justicia pasa otro tanto de lo mismo, entonces sucede que los partidos potentes o que gobiernan tienen cerrados acuerdos a espaldas de la ciudadanía para pasar por la escena sin que nadie les señale de nada, aunque cometan varios delitos al mismo tiempo, como es el caso en multitud de ocasiones. Salen indemnes, la impunidad la tienen asegurada, entre la discriminación social de estar aforados y solo poder ser juzgados por sus jueces preferidos, de sus ideologías, y nombrados para el cargo por ellos mismos. Esta es la democracia de cartón que se respira en España.
En España se ha dado casos de políticos en gobiernos que han disfrutado de tarjetas para gastar en viajes privados, lencería para sus señoras y sus queridas, copas en salas de fiestas y clubes de alterne, en droga y servicios sexuales, etc. Ha pasado de todo eso y no ocurre nada, como mucho visitan la cárcel, porque sus estancias se parece a eso, a ir de visita, unos días o unos meses de descanso y a la calle sin motivo alguno que lo ampare, más que el indulto confabulado por los cómplices de partido. Vivimos bajo la tutela de una clase mafiosa que se está valiendo de todos nosotros para que tributemos, que ya ellos se encargan de ir enriqueciéndose a nuestra costa. Los castigos siempre son para nosotros, y el estricto cumplimiento de sus leyes, siempre ha de ser una obediencia nuestra. Sus decretazos y demás inventos que se les ocurren sobre la marcha, son sagrados. ¿Recuerdan cuando nos encerraron con la excusa de la pandemía?, pues M. Rajoy, el que ningún investigador es capaz de dar con él, el de los papeles de Bárcenas, era el único, o uno de los únicos que salía a diario a andar y burlarse de la ciudadanía española, ese es un claro ejemplo de como se ven a sí mismos los políticos, por encima del bien y del mal. Son prepotentes y no respetan ni sus leyes, operan con dinero negro, se llevan dinero a paraísos fiscales como muestra de su patriotismo, del mismo que echan a la cara al resto para avergonzarles. Mantienen secuestrada a la justicia, no hay justicia real contra la mafia y corrupción reinantes, por su culpa, ellos son los responsables de la situación del país. Ellos consienten los negocios turbios de unos y otros, las comisiones que se llevan, el continuo saqueo de lo público, y como no tienen suficiente desean privatizar lo poco que nos pertenece, todo lo interpretan en clave de billetes.
En las próximas elecciones, urnas vacías, que no nos sigan engañando. Se tienen que ir no porque elijamos a otros para situarlos en el mismo escenario de privilegios reseñado antes, sino porque el pueblo ha dejado de confiar en ellos. No se te olvide, dejemos las urnas vacías.
Seguiremos...
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