A muchas familias españolas les habrá sucedido que, teniendo hijos mayores en casa, sin trabajo, sin ingresos, pero que por el mero hecho de ser mayores de edad, les han privado de recibir ciertos beneficios, concederles ciertas ayudas, prestaciones, subsidios, etc.
Es curioso que para la Administración en general y para los gobiernos en particular, los hijos a cargo, mayores, pero en las condiciones referidas anteriormente, sean invisibles, no coman, no vistan, no calcen, no salgan y entren, y no representen un gasto en el hogar. Si es así, por qué consienten que no se considere como un ser con quien se deba compartir parte de los ingresos que entran en la casa. Por qué ya Hacienda no les considera de la unidad familiar por ser mayores de edad, si la verdad es que no aportan nada por su falta de empleo.
Vuelvo a mis pensamientos y sentimientos sobre el montaje burdo, mafioso y corrupto, adjetivos a los que me he suscrito en su empleo desde hace años cuando todo el mando del país se convirtió en un vergel para sinvergüenzas y delincuentes trajeados. Claro que un hijo cuesta dinero y ellos lo saben, pero siempre recortan a las clases más humildes, no así en gastos superfluos e innecesarios, no así en despilfarros, ni en reuniones en clubes con putas, alcohol y drogas. No así en grandes comidas, ni en corrupción para saquear la bolsa de dinero común, de dinero público. Meter la mano en las carteras de las familias trabajadoras se ha convertido en el deporte nacional para infames legisladores, vagos y maleantes que ocupan cargos públicos de cierta relevancia, así como para una desaparecida justicia que asegura la impunidad de los delincuentes de guante blanco. Con este panorama, todos han dicho: "Mariquita el último", es un dicho coloquial, que nadie se me altere en estos tiempos tan delicados, que no hay trasfondo que señale al conglomerado de letras LGTBI, etc. Y a robar se ha dicho, ha enriquecerse en el menor tiempo posible y a campar a sus anchas sin temor alguno a la inexistente justicia contra esos personajes famosos, conocidos y de apellidos "ilustres".
La ley no se confecciona ni se aplica con sentido común y pensando en la situación real de las familias. La política se olvida de los que menos tienen y más necesitan. Se exigen esfuerzos a las familias, que en proporción son mayores que las aportaciones que legalmente se exigen a millonarios y grandes empresarios. Al trabajador con nómina se le tiene fichado, mientras que la contabilidad de cualquier empresa es más opaca que un vaso de Coca Cola. No se puede meter mano siempre a los mismos, a los que tienen nóminas y de quienes todo es sabido por la Administración Pública. Preocúpense por vigilar a los que tienen libertad de manejo de dineros, tanto al comprar como al vender, los que hacen enjuagues con las transacciones sin IVA, los que especulan sin aparecer como mediadores. Comprueben, a su vez, que no todos los hijos aportan dinero al hogar, lamentablemente, incluso chicos y chicas con estudios. Busquen la forma de conseguir el pleno empleo, dejen de hacer la goma con las cifras y de hipnotizar a la población con falsas promesas. Legislen para que se ayude a las familias con mayores cargas.
Seguiremos...
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