lunes, 17 de abril de 2023

NO LLEGAMOS A APRENDER

 


    Nos falta un poco, no damos el nivel necesario para llegar a vivir en buena convivencia, y es porque no sabemos respetar al otro, al de al lado, al que vive en el mismo bloque de piso, en el piso de arriba, al lado, o abajo. Al que vive en la casa junto a la nuestra o enfrente de la nuestra. La gente se sigue creyendo con el derecho de hacer lo que quiera por estar en su casa, sacan las columnas acústicas al jardín o al patio y entrega gratuitamente su música a toda la vecindad, tenga ganas o no de escucharla, porque esto es oír a la fuerza. Hay también los fatigas del trabajo que no descansan, casi de noche ni de día, los que tienen habilidad para hacerlo casi todo y tienen todas las máquinas herramientas comercializadas en centros especializados. Estos no tienen pudor alguno en utilizarlas a las horas que se les antoja, sea domingo, día de fiesta, a diario, etc., sin respetar horas de siesta, sobremesas, o en general el descanso de sus vecinos. Ellos tienen una tarea por delante y aunque haga un sol de castigo, referido a su intensidad y horas centrales del día, son capaces de estar ocho horas seguidas dale que te pego sin dejar que los de alrededor duerman, descansen, lean, o vean una película en la televisión, hoy toca ruido de las máquinas del vecino.

    No hemos aprendido lo suficiente para considerar al otro. No valoramos el computo de tareas molestas que desarrollamos. Seguimos siendo demasiado egocéntricos y poco cívicos. A veces damos pies a que los vecinos nos tengan que protestar, y lo peor de todo, es que nos falta humildad para aceptar la protesta como reprimenda por las molestias ocasionadas. Somos tan soberbios que nos revolvemos cuando llega el caso y justificamos lo injustificable. Somos incapaces de pedir disculpas, de concienciarnos y tratar de enmendar en el futuro, sino todo lo contrario, hoy recibimos la protesta y mañana volvemos a ignorar el malestar ocasionado y continuamos con nuestra manera de actuar. Así es difícil convivir, ¿no creen?

    Para algunos ser un vecino ideal y cómodo de tener, es aquel que lo soporta todo, el que se aguanta, el que nunca se queja de los excesos que comenten aquellos que los valoran como buenos vecinos. El que protesta una fiesta hasta las seis de la mañana es un malaje. El que protesta que en su urbanización se conduzca a alta velocidad y produciendo un sonido atroz, es un quejica. El que protesta que un domingo se pongan a usar la rotaflex a las cinco de la tarde y sean las doce y media y sigan dando martillazos, debe ser un mal vecino. ¡Ya está bien de tanta gente tan insensata, incívica y deshumanizada! ¡Ya estoy harto de un día es un día!, la justificación que casi todos ponen para autorizarse a molestar a sus vecinos. La educación y el respeto nada tiene que ver con tus celebraciones. El cumplimiento de las normas nada tiene que ver con tus días especiales, es para todos los días. Y poner a los demás en el aprieto de tener que estar continuamente denunciando a la gente que produce ruido, es incómodo, no es algo que se haga con agrado, sino todo lo contrario. Pero es que hay gente que no se entera por las buenas ni de otra manera.

    Seguiremos...

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