Cuando los padres llegan a su ancianidad, dependiendo del estado de salud en el que se encuentren, es un problema para la familia. O hipotecas tu vida durante unos años para atenderles, si tus obligaciones diarias te lo permiten, o debes contratar cuidadores para que les atiendan en su hogar, o tienen que ser ingresados en algún centro de mayores. Las empresas que dan estos servicios, por lo general exceden los recursos económicos de los ancianos, y si la familia, como tantas en este país, van al día y casi le sobra mes al final del sueldo, ya dirán cómo se hace para que sus mayores estén atendidos. Es un grave problema, que debiera ser asumido por los gobiernos de cada Comunidad Autónoma. ¿Cómo se podría hacer esto, o sea cómo podría llegar a ser viable? Una propuesta sería que el sistema dejara de abonar la pensión a los mayores que se vean en la necesidad de requerir este cuidado en geriátricos. Lugares públicos que deben contar con personal sanitario, dietistas, cuidadores y fisioterapeutas, además de las personas que hacen posible realizar todos los trámites administrativos, contables, etc. Lugares públicos que deben incorporar o tener pactados todos los servicios habituales y necesarios, como: podología, peluquería, cocina, limpieza, desinfección, etc. Lugares públicos con instalaciones como: gimnasio, sala de juegos, sala de televisión, sala de lectura, sala de visitas, un espacio al aire libre para tomar el sol y pasear, además de las que ya se entienden son imprescindibles como: dormitorios, baños, comedores, oficinas, etc.
La Administración Pública tiene esa deuda con nuestros mayores, todos los que han servido a esta sociedad, todos los que dejaron sus mejores años y sus fuerzas desempeñando una labor para el desarrollo económico del país, para pagar impuestos, y para sostener toda la infraestructura que compone el Estado. Un esfuerzo casi nunca compensado y muchas veces robado por muchos, que ocupando cargos de poder en las Instituciones, nos roban las ilusiones, el futuro de los jóvenes, y hasta un poco de nuestras vidas. Si los que dirigen, se dedicaran a pensar de verdad en los problemas que tenemos el resto de la población trabajadora de salarios ajustados, llegarían a plantear soluciones racionales a problemas ineludibles que a todos, tarde o temprano, se nos plantean. Y cuando vamos llegando al final de nuestra vida laboral, y pensamos que estaremos más tranquilos, viene otro lote de problemas para meter en nuestras mochilas y llevarlos cargados en nuestras espaldas.
Si se planifica adecuadamente, las pensiones no peligrarían y las personas se atenderían mejor. El sistema colectivo que todos somos y mantenemos, supuestamente por nuestro bienestar, el Estado, ha de hacerse responsable de los mayores, pero no para dejarlos morir como en la pandemia, pero no para matarlos de hambre o darles alimentos en malas condiciones, es hora de que los políticos se humanicen y cada acción suya sea realizada como si estuviera dirigida a sus familiares más íntimos. Todo no es dinero y negocio, y ya empiezo a estar harto de gritar en el desierto, en donde abundan las serpientes corruptas.
A ver cuántos partidos llevan soluciones reales a los problemas de la población en sus programas electorales. A ver cuántos de ellos dejan firmado que de no cumplir con sus promesas sean echados de los gobiernos, de los parlamentos, de la vida pública. Hace falta compromiso, no engaño, no incumplimiento. No queremos más saqueadores de camino, no más corruptos. Queremos un plan humano de vida, que nos alcance a cada uno hasta el día de nuestra muerte.
Seguiremos...
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