La política como nos la muestran, tal como se manifiesta en la actualidad es una inutilidad que obra en pos de sus intereses personales, particulares y de partido; cuando los políticos debieran estar trabajando conjuntamente por el bien de la gente y el progreso del país. Por ejemplo: El Gobierno decide regalar ciento treinta millones de nuestro dinero a la fundación de Bill Gate, ¿alguien nos lo ha dicho a las claras y nos ha expuesto las razones tan ventajosas para la ciudadanía, que pueda tener tal gesto de generosidad hacia Gate y atraco hacia la población española? Con gestos como este, con maniobras oscuras que solo el Gobierno o su presidente debe entender, se echan capas de repulsa contra la clase política. Es igual que proceder a cambiar todos los móviles Iphone de sus señorías por el último modelo cuando toda la población se ve afectada por una terrible inflación provocada por la desorbitada y exagerada subida de precio, también consentida por el Gobierno, cuando tiene legislación que le permite intervenir precios y empresas para asegurar el bien general de la población.
Nadie vota a los políticos para ser atracados, para hacer cuanto he dicho, o enriquecerse ellos y sus familiares, que no paguen sus impuestos debidamente, que les condonen sus créditos bancarios por turbias relaciones con banqueros, o que den subvenciones a empresas medio en quiebra porque en ellas trabajan sus hijos, su mujer, etc. O que compren acciones o las vendan porque poseen información privilegiada por razón de su cargo público. O que puedan recalificar terrenos antes no urbanizables, como un favor, de nuevo por el tráfico de influencia con otros organismos por razón de los cargos que desempeñan. Nadie les vota para que se dediquen a enriquecerse a nuestra costa, o a vender lo que es propiedad del colectivo español: empresas estratégicas de energía, telecomunicaciones o líneas aéreas. Nadie les vota para que propaguen la cultura del pelotazo, y se aprovechen en tiempos de pandemia para colocarles a las Instituciones productos de mala calidad a precio de productos estrellas, como sucedió con los respiradores, las mascarillas o la ropa de protección para sanitarios, hacer un hospital inservible dentro de un pabellón de muestras o un aeropuerto sin aviones. Todo esto ha sucedido en España y mucho más, porque los políticos, creyéndose los amos del cortijo llamado España, se han convertido en auténticos mafiosos que han anulado cualquier vestigio de independencia entre poderes, amordazando todo cuanto tienen a su alcance, dictando las normas, a veces aprovechando los estados de alarma social para legislar a golpe de decretazos, aunque vulneren nuestros derechos y el que fuera presidente del gobierno español, un tal M. Rajoy violara la ley de no poder salir de nuestros domicilios, y mientras usted o yo dábamos vueltas por el piso como fiera enjaulada, el señor de los sobres en negro, de la reforma en negro de la sede de su partido, se paseaba por las calles, todas a su disposición, sin que haya trascendido que algún juez o fiscal le haya denunciado, procesado y sentenciado por ello. Esa es la diferencia entre ser político y persona corriente, que ellos sí tienen a su favor el ancho del embudo.
A los políticos hay que reconvertirlos en meros gestores de las decisiones que tomemos la ciudadanía mediante una web oficial en la que deban exponer sus propuestas, así como las que planteemos los ciudadanos y se voten. Pero como ya no nos podemos fíar, al votar se debe poder obtener un justificante en pdf del voto emitido, y las listas de los resultados de cada votación se deben poder consultar con DNI y sentido del voto, para poder impugnar si no coincide lo recontado con los resguardos archivados de cuando votamos. Se acabaron las votaciones secretas, aunque no hace falta señalar a nadie con nombre y apellidos, solo DNI, así los demás no tienen por qué saber quién es el que vota una cosa y no otra. Lleva décadas, toda la vida, la ciudadanía sometida a los poderes reales y dictatoriales, es hora de conseguir la libertad de obtener el poder que nos pertenece, y no que siga en mano de una minoría.
Seguiremos...
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