Diría que la conciencia y el negocio están reñidos, no son compatibles. Los seres humanos, unos más que otros, no tienen conciencia más allá de sus carteras o cuentas corrientes. Cuando difunden una noticia de países que hacen pruebas de armamento lanzando un misil de corto o medio alcance, nuclear o no, sin pudor alguno de hacerlo estallar en el mar o en una montaña, me dan un vuelco los intestinos y una punzada en el corazón. Cómo es posible que todos los gobiernos del mundo callen ante tal aberración contraria a la vida. Dichas pruebas son destructivas del medio, son contaminantes, alteran el medio en todos los sentidos y mata la vida a la que alcanza la acción inmediata y la posterior al impacto, pues siempre quedan restos peligrosos que expone la vida, la del Planeta y la de los seres vivos que habitan en los alrededores y en aquellos que tengan la mala fortuna de alimentarse de animales contaminados por la acción de los residuos generados por las explosiones del armamento: metales, plásticos, reacciones imprevistas que generen tóxicos, radioactividad, etc.
Ningún organismo mundial dice nada, todos los países hacen sus pruebas con armamento de guerra real y nadie se opone a los efectos nocivos para la humanidad y los ecosistemas. Todos los líderes mundiales se creen con el derecho de matar, de destruir, de hacer daño al Planeta, de alterar las condiciones del hábitat que eligen para realizar sus pruebas atómicas, contaminando las aguas y el aire que todos respiramos, ¿Acaso el aire se está quieto en un sitio? ¿Acaso no comemos pescado o carnes que proceden de zonas remotas del mundo? Hay mucha probabilidad que los animales que van a ser consumidos hayan estado en contacto con sustancias inapropiadas y contrarias a la vida, o sea, estén contaminados. Esto ya sucede aunque no estén afectados por las pruebas de armamento, la abundancia de plásticos en los océanos, los continuos vertidos a los ríos y mares, el insuficiente filtrado de todo lo que sale por las chimeneas de las industrias, las frecuentes pulverizaciones con sustancias tóxicas y peligrosas, todo ello se puede considerar un crimen contra la humanidad y el resto de seres vivos que habitan el Planeta. Y no es cuestión de ponerse la camiseta ecologista, sino de tomar conciencia de una vez por todas.
Siempre lo digo y lo pienso, un mundo mejor es posible, pero para ello es necesario que la humanidad tome conciencia, en particular los magnates del dinero y las industrias. Que los políticos también tomen conciencia y legislen a propósito para evitar este anarquismo industrial, así como para que las cotas de educación de las poblaciones sean las suficientes para evitar malas praxis que conlleven destrucción y contaminación. Sin salud es difícil vivir bien, y hay cantidad de gente solo tomando conciencia de sus carteras y de sus cuentas corrientes.
Seguiremos...
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