Como cada año llegaron las altas temperaturas, y como cada año pongo mi granito de arena en el tema por la peligrosidad que reviste trabajar al sol. Parece que hay un intento de humanizar el trabajo en esta época del año, y el Gobierno anuncia, como no, al final de su legislatura y a las puertas de elecciones, por lo que me hace dudar de la honestidad del intento, que sus ministros se reunirán hoy jueves para impulsar un cambio de jornada de trabajo en aquellos sectores y empresas, cuyo trabajo se desarrolle al aire libre y bajo condiciones penosas de sol y altas temperaturas, al menos cuando se declare alerta naranja o roja. He buscado el rango de temperatura que da lugar a que AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) propugne una alerta naranja, que es el siguiente: entre 38º y 43º. Con este rango de temperatura, prácticamente en Andalucía, desde ya y hasta final de septiembre, a partir de las doce de la mañana y hasta las 20h de la tarde, no podría nadie realizar un trabajo si tiene que estar expuesto a los rayos del sol. Y como digo no hay que esperar que llegue el verano, pues ya estamos sufriendo esas insoportables temperaturas.
Lo dicho me lleva a pensar , que aún sufriendo esa franja de temperaturas, el organismo oficial indicado anteriormente, tal vez, por conveniencias varias, no declarará con rigor la alerta correspondiente, si llega a ponerse negro sobre blanco este derecho del trabajador para preservar su vida. Pues repito, ya estamos padeciendo estas temperaturas en el valle del Guadalquivir, y no estoy seguro de si a diario nos declaran la alerta naranja. Y buenos son los empresarios para que las normas laborales les exijan parar cuando ellos están tan frescamente sentados en sus despachos bajo los efectos atenuantes de sus aparatos de aire acondicionado. Si no fuera así, no veríamos empleados de la construcción en techos de edificios a pleno sol soportando temperaturas superiores a los cuarenta grados, haciéndose bien vuelta y vuelta, con el riesgo de sufrir un golpe de calor y viajar al más allá. Otras personas que soportan un trabajo bestial, son los que pavimentan carreteras, que al calor climatológico hay que añadir el propio del alquitrán caliente y sus vapores tóxicos correspondientes. Son muchos oficios los que se desempeñan en plena calle y sin refugio del sol: carteros, jardineros, barrenderos, repartidores, pintores, bomberos y otros oficios cuando el tajo se encuentra al aire libre.
Lo que llevo años sin entender es cómo nunca se ha hecho lo suficiente en este aspecto para paliar las muertes que casi todos los años se suceden por golpes de calor en diferentes oficios y lugares de nuestra geografía. A ver si de aquí se saca algo más que los votos que los directores de orquesta pretenden conseguir. En anteriores escritos, proponía los cambios de horarios para que se hicieran los trabajos que requieren más esfuerzo físico en horas en las que el sol no esté presente, que es lo lógico. Ahora se abre otro dilema, la conciliación del derecho al descanso de los vecinos con la necesidad de trabajar de esas personas que por las características de sus trabajos se tendrían que realizar en horas que riñen con el descanso de los demás. Tal vez, haya que legislar para que ciertas ejecuciones profesionales al aire libre tengan que suspenderse en días de alerta naranja, o cuando un termómetro a pie del tajo indique estar en el rango de temperatura propio de alerta naranja, antes indicado. Lo del termómetro es para tener una prueba fehaciente que mostrar a la dirección de la empresa y no depender de una institución oficial, que a esta edad ya he aprendido que puede hacer fluctuar las franjas de temperaturas a su gusto o por imperativo de los de arriba. Ustedes me entienden...
Seguiremos...
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