sábado, 25 de marzo de 2023

BAJO LA DIRECTRIZ CORRECTA

 

                                                  Imagen: www.escuelapedia.com

    Estar bajo el mando de una fuerza única es una dictadura, pues incluso estar así a mí no me importa, si en el centro de esa dictadura está la ciudadanía, su bienestar y el progreso del país. Una dictadura puede ser pésima para la gente, pero si se vuelca en conseguir todo lo necesario para que la gente viva bien, tenga libertad, y haga avanzar al país en todos los ámbitos o sectores, ¿Qué hay de malo en ello?, yo diría que se mueve en la dirección correcta. Pésima es cuando reprime a la gente, acorta libertades, somete, veja, empobrece y solo se enriquece el dictador, pero si pudiéramos suponer por un instante que ese dictador obrase como he indicado anteriormente, solo por el bien de todos y del país, produciendo avances reales tanto en bienestar como en progreso, creo que la gente no tendría motivos para rehusar vivir en un país que fuese gobernado de esa forma.

 Ya sé que es poco menos que un sueño si miramos a nuestro alrededor y vemos a cuantos dictadores hay y su forma de imponerse. Lo cual no es óbice de que no pudiera existir en algún momento, alguien que entendiendo que no puede dejar los asuntos en manos de unos y otros, sino que los personalizase todo, hiciera el bien y pensara de verdad en el prójimo, ¿por qué no? Lo normal es que del mando se pase a la codicia, a la avaricia, y ante el miedo de una reacción de la gente, a las normas de represión, que provoquen miedo, que resten derechos a las personas, y que conduzcan al enriquecimiento del dictador y al empobrecimiento de la población.

    Albergo la esperanza que alguna vez puede aparecer alguien que esté a la altura y tenga un modelo de gobierno digno y sensato para la gente. Que dicho de otro modo, no es más que el único objetivo de que sostengamos a un gobierno o a un dictador, si llegase el caso, o sea, un ente o una persona que se erija con el poder para hacer y deshacer, pero que sea para el bien de la gente y el progreso del país. Estoy un poco pesado con estos dos fines, porque son, resumidamente, los únicos a sopesar cuando se puede ejercer la acción de gobierno, sea como sea su representación o composición. Como sea es lo que menos debiera importar, no sin embargo, sus actos, sus mandatos, las consecuencias de todo cuanto hagan y digan. La honestidad con la que procedan, la justicia que impartan, el respeto que muestren y el equitativo reparto de la riqueza que faciliten. 

    Con todo esto no he querido blanquear a ningún personaje, y sí, he querido desterrar la idea que un régimen totalitario siempre ha de ser pésimo para la población, pues dependerá de la directriz que tome, de las medidas que imponga, de lo justa o injusta que sea su acción de mandato y de los fines que persiga. Si en el centro de todo el que gobierna, sea del modo que sea, en solitario o rodeado de muchos otros y cientos de asesores, está el bienestar de la gente en todos los sentidos entendibles: tener un trabajo digno con un salario a la altura de las circunstancias económicas del país, tener acceso a una educación pública de calidad, tener acceso a una vivienda decente, a un transporte público efectivo y gratuito, a una sanidad pública dotada del suficiente número de sanitarios y operarios necesarios para realizar una función de servicio eficiente, a un sistema impositivo justo y necesario para abonar los servicios públicos, en función de los ingresos reales de cada persona u organización empresarial, así como un sistema jurídico independiente y eficaz contra todos aquellos delincuentes que pretendan vivir sin dar golpe, a costa de los demás, inmersos en la cultura del pelotazo fácil y la corrupción. Si todo esto, así como muchos otros asuntos pertenecientes a otros ámbitos de nuestra sociedad, se dan dentro de las directrices del que gobierna, o de los que gobiernan, creo que lo de menos sería si dirige el país un dictador o un gobierno de los que se llaman a sí mismos, democrático.

    Que no nos laven la cabeza, el mal no está en el modelo sino en las personas que están al frente, que ocupan los cargos. Si alguien tuviera todo el poder, pero prefiriera ejercerlo con honestidad, de un modo justo y consultara a la población sus propuestas, sería un dictador bueno y democrático, ¿no?

    Seguiremos...

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