La llamaré así, puesto que el programa incorporado que llevan muchos solo les permite la existencia de unos y los de enfrente, la derecha y la izquierda, los buenos y los malos, los que lancean y los lanceados. El esquema social fragmenta por clases, por capas, en función de niveles de educación, formación, pero sobre todo por niveles económicos. Resulta, que los unos se distancian de los otros, aunque exista una vaga relación de servilismo y explotación, por la que unos hacen el trabajo y otros se sirven de ese esfuerzo para lograr pagar el salario del empleado y conseguir un beneficio, que se entiende se produce en compensación a la inversión realizada, al menos es como muchos justifican esta relación, por lo general de abuso de poder de los dueños de los negocios, de las empresas e industrias.
A mí me gustaría que la rivalidad, la competición, el distanciamiento correspondiente, se suavizaran hasta quedar en términos de colaboración y cooperación en todos los lugares del mundo, y en todos los ámbitos de la vida. Lo que haya que sea para todos, en un reparto lo más equitativo posible, hablemos de dinero, de recursos, de ocupación o de tiempo libre. Estoy convencido que todo se podría modular más y mejor para alcanzar ese punto de felicidad colectiva si los demonios de los billetes se apartasen de su codicia y avaricia. Los políticos han de ser eso, políticos, ni de derechas ni de izquierdas, sino personas con deseo de servir al bienestar del pueblo y al progreso de su país. Personas que se pongan de acuerdo sobre asuntos que nos incumban y que sometan sus propuestas a la decisión de la ciudadanía. Una democracia real para una vida auténtica, que a todos nos merezca vivir hasta el final. Dicho así no se aprecia su significado, puede que no se interprete adecuadamente. Hoy en día son muchas personas las que no pueden seguir el ritmo del salvaje capitalismo y se nos quedan en el camino, ponen fin a sus vidas, lamentablemente.
Para muchos estoy soñando, tal vez digan que levito, que dejé de poner los pies en el suelo, pero solo trato de decir lo que siento desde el fondo de mi ser. Lo que hay, lo que se repite una y otra vez, lo frecuente, no tiene que ser lo único ni lo mejor para todos, por lo general es lo que que más conviene a una minoría poderosa, como está más que demostrado. La vida se ha de articular de un modo diferente para obtener resultados diferentes. Los sistemas liberales, capitalistas, paternalistas, de ayudas para callar bocas y comprar voluntades, están fracasados y no son la clave de un mundo mejor, solo provocan degeneración moral y ética, crímenes, robos, vejación y discriminación. ¿Esto no se ve?
Es urgente cambiar el paso, revertir las leyes por las que nos regimos. La mentalidad de las personas ha de evolucionar para llegar a ser un ser humano más completo y pleno. Los valores se han de anteponer al incivismo, a la falta de respeto por el semejante. Hay que actuar con amor hacia todo y hacia todos. El estrés se ha de convertir en el gusto por hacer a un ritmo propio, no el impuesto. La rentabilidad no puede anular la felicidad. El trabajo no puede llevarnos a la enfermedad. Las órdenes no debieran amargarnos la vida. Se nos debe conceder nuestro tiempo, nuestro espacio, sin que nadie nos invada, nos oprima, nos intimide, nos amenace. Es fácil, es hacer un cambio de paradigma, un cambio de directrices, un cambio de objetivos. Situar a las personas y los seres vivos, delante. Los que no ven esto es, en mi opinión, que aún no llegaron al punto desde el cuál si es posible verlo y apreciarlo.
Seguiremos...
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