Ferrovial, como otras muchas empresas que han tenido el privilegio de ser contratadas intensivamente por la Administración Pública, lo que equivale a decir que han vivido en buena parte de las adjudicaciones y del dinero público, dice adiós, se marcha a Países Bajos porque fuera de España, dice tener gran parte de su negocio actual; ya no recuerda cuánto fue ayudada por el pueblo español, su patriotismo se va, se aleja. No es la única que solo se pega a los políticos para generar beneficios que se puedan repartir sus accionistas, además cabe pensar, que se han de haber producido compensaciones reciprocas hacia los partidos de los que han gobernado, cuando ninguno parece molestarse, y mucho menos, les reclaman obligaciones para con el pueblo español, devoluciones de cantidades ofrecidas en óptimas condiciones, etc.
Es por ello, que en este caso, veo muy bien el planteamiento de Unidas Podemos, de legislar para exigirle a esta empresa y a las que en el futuro quieran romper unilateralmente los acuerdos comerciales con la Administración, tras haberse llevado cuantiosas cantidades de dinero, que devuelvan lo percibido en concepto de ayudas durante los últimos diez años, lo veo sensato. Está bien de que las grandes organizaciones empresariales tengan el ancho del embudo para recibir dinero, y después desplieguen las alas cuando mejor les convengan. Esto es la misma tomadura de pelos que la población sufre desde los más variados sectores industriales, comerciales, empresariales en general, de la banca en particular, de los maleantes de altura, así como los chantajes a los que nos vemos sometidos por parte de políticos, gobernantes, autoridades de diversos ámbitos, etc. Hay que poner fin a esta canallada generalizada que nos cuesta millones y nos empobrece como sociedad.
Algunos dicen que han decidido marchar porque el gobierno les aprieta reclamándoles una contribución tributaria más alta, y claro, el niño entra en berrinche y patalea porque está acostumbrado a salirse con las suyas, ganar mucho dinero y pagar poco, como están casi todas las grandes corporaciones. A este punto se ha llegado porque los que han gobernado, en mi opinión, han estado en connivencia con las grandes organizaciones, dando y recibiendo a tutiplén, sin control alguno, con los focos apagados y sin cámaras, y claro cuando algo de eso trasciende, o se trata de darlo a conocer, se oponen. Se niegan y se marchan, dejan un remanente para seguir pescando lo que caiga, pero el grueso de la organización y del negocio lo van a hacer a otro lado donde se montarán una trama similar con los nuevos gobernantes de aquellos países donde se instalen.
Sin leyes adecuadas y una cierta mano dura, así como ausencia de miedo, no hay nada que hacer contra la mafia. Llamarles mafia a estos, no es señalarles especialmente, puesto que el centro de la gestión universal se basa en esa forma de actuar, más o menos, al margen de la ley cada vez que pueden, ocultándole a la ciudadanía sus maniobras de colaboración reciproca.
Seguiremos...
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