En la urbanización donde vivo anuncian que van a cerrar el bar porque no resulta negocio para el que lo explota, la verdad es que bajan pocas familias, los precios resultan elevados y la calidad de los productos, parece no ser del gusto de los que lo frecuentan, pues ya está todo dicho. Llevo viviendo en esta urbanización desde 1988 y he visto pasar por el bar a muchas personas que empiezan con ilusión, pero que tarde o temprano la ilusión desaparece porque no ve las pelas en la caja, y sí muchas horas detrás de la barra aburrido como una ostra.
Una parte de los escasos clientes del bar defienden que habría que gastar en reforma un dineral, argumentando que es la justificación del fracaso del bar, cuando esos mismos critican por un chat de los vecinos que los precios son elevados para la calidad que ofrecen, o bien ponen por ejemplo bares de urbanizaciones cercanas basándose en la carta, sus precios y la calidad de lo que han consumido allá, entonces ¿en qué quedamos, es por la necesidad de hacer la reforma, o son los precios elevados y la insuficiente calidad de la cocina?
Otros, de esa minoría, defienden que el bar ha de estar abierto como centro de convivencia entre los vecinos, pero la verdad es que cuando discrepas de ellos en el chat, se tiran al cuello, ¿de qué convivencia hablan, si no toleran ni un simple debate en la red? Mantener la amistad con los vecinos no es difícil cuando uno saluda a los demás y no se cierra al círculo pequeño de amistades. Cuando se sale a hacer ejercicio o pasear, y se acopla a otros que lo hacen entablando conversaciones. Hay muchas formas que no tienen que pasar forzosamente por hincar los codos en la barra de un bar, yo personalmente prefiero las otras, las que nos permite pasear manteniendo una buena conversación con mis vecinos. Pero con esto sucede como con el bar, que somos pocos y los mismos los que salimos a encontrarnos con otros, a compartir conversación mientras nos ejercitamos tranquilamente, nada de matarnos. Desde los salones de nuestras viviendas es complicado fomentar la convivencia, y como se ve por la escasa concurrencia, la solución de la convivencia en esta urbanización no pasa por el bar, que además es frecuentado por un número reducido de personas.
Esta urbanización es cerrada al público en general, a menos que alguien vaya a ver a sus amigos o familiares, pero no es la calle de un pueblo o ciudad, que pueda ser transitada libremente por cualquiera. Este hecho dificulta hacer negocio solo con la gente de dentro, a parte de como vengo indicando son pocas familias las que bajan al bar, no sienten la necesidad de hacerlo, no hay un presupuesto para estar frecuentándolo a diario como quieren y hacen algunos, o les disgusta los precios y la calidad de su cocina, que un poco de todo habrá.
Algunos, casi todos vecinos recientes, defendieron en una de las últimas reuniones de propietarios que se gastara hasta 70.000€ en reformar el bar, que por otro lado es amplio y decente, aunque algunos de ellos le califican de viejo o quieran convertirlo en el salón de su casa, con sofás, chimenea para el invierno y centro de reuniones de ellos con sus cuatro amigos para no dar batalla a sus muebles y a sus viviendas. Creo haber apreciado ese particular por diversas afirmaciones o proposiciones de algunos de los que defienden que el fracaso es debido a la negativa de la mayoría de propietarios a invertir en el bar. Esa negativa está relacionada con que somos muchos los que llevamos treinta años viviendo aquí, conocemos los que sucede, la gente no baja al bar por la razones dichas y por las que cada cual decida, y sabemos que lo único que se lograría es endeudarnos por 70.000€.
Seguiremos...
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