No basta con que haya países pidiendo que abran corredores seguros para hacer llegar las ayudas a los que están siendo aniquilados, o lo van a ser dentro de poco; hace falta que la protesta comunitaria internacional sea unánime en contra de la guerra, de las matanzas de personas inocentes. ¡Basta ya de falsa geopolítica, de apoyos por intereses!, hay que exigir el alto al fuego por ambas partes del conflicto. Hay que exigir que se sienten a negociar delante de árbitros neutrales, puesto que no vivimos ya en las cavernas y se nos presupones somos seres civilizados e inteligentes.
Al presidente, del país que fuere, que envía a su población a una guerra, hay que destituirlo del cargo, hay que sancionarlo, siempre a él, a la cabeza visible y con poder. Hay que hacer comprender a las poblaciones mundiales que todos compartimos este Planeta, y que todos debemos tener los mismos derechos a vivir una vida digna, hablemos el idioma que hablemos, y ocupemos el trozo de tierra que ocupemos. Las desigualdades, o lo que algunos puedan interpretar que lo son, hay que debatirlas en una mesa, con buena voluntad, sin odio ni agresividad, con inteligencia y sentido de cooperación. Esto para muchos parecerá un imposible, porque esto es moverse a otro nivel, pero si unos seres somos capaces de percibirlo como modo de relacionarnos, será porque tenemos la facultad, todos, de desarrollarla. Podemos estar hablando de una pequeñita etapa de evolución que se está dando aquí y ahora, pero que viene actuando desde el minuto cero de cada una de nuestras vidas, con el resultado que apreciamos, que algunos ya ven como normal relacionarse de un modo que aún otros ven como improbable, y los que andan más perdidos le suelen calificar de utopía.
Una guerra siempre es un fracaso en las relaciones, en las comunicaciones y una lucha de poder de intereses, entre ambas partes contrincantes que al no entenderse y aferrarse a sus objetivos, pasan a deshumanizarse y arremeten contra todo lo que signifique o represente al que se ha tomado por su adversario. Todos los valores humanos, morales, éticos y religiosos, si los tuvieren, los mandan de paseo, entran en modo asesino potencial, y se deja de respetar la vida de los demás, incluso se deja de respetar la propia en el deseo de conseguir aniquilar al número más elevado de los que visten el uniforme enemigo.
Al final, unos se erigen en vencedores, y otros en perdedores, si llegan a pisotear el honor y las tierras de los otros, pero la verdad es que todos han perdido y mucho. Dejan por el camino a cantidad de amigos, conocidos, familiares. Pierden sus propiedades, sus trabajos, a su paso lo dejan todo contaminado y destruido, sin recursos para continuar viviendo normalmente, hay escombros y olor a muerte por todos los rincones. Hay personas desmembradas y sepultadas por escombros. Dejan cantidad de material bélico que no llegó a explotar, representando un grave peligro para las personas que no perecieron en los combates. Se han empobrecido, deben muchos miles de millones de dólares a aquellos que les servían armas, carros de combate, aviones, bombas y misiles, para que continuara la guerra mientras aquellos se enriquecían a su costa y de su desgracia. Las guerras no dejan nada bueno y sí millones de cadáveres y víctimas con lesiones más o menos graves. Las guerras dejan pobreza y hambre. Hoy voy a llegar un poco más lejos, en el sentido que siempre pedí que hubiera un desarme global de todos los países del Planeta, pero hoy voy a pedir que nos desmilitaricemos todos. Ni armas, ni ejércitos, y un castigo severo para todos los que deseen arreglar sus desigualdades o discrepancias mediante la violencia de algún tipo.
Seguiremos...
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