sábado, 7 de octubre de 2023

HACEMOS MUCHAS COSAS BIEN

                                                      Imagen: www.paradanta.com

    Leyendo un libro nada fácil de Byung-Chul Han, titulado: Vida contemplativa, aprecié que junto a la acción en sí, suceden otras cosas, así que ese mismo día puse atención a esas otras cosas que yo percibía cuando hacia algo, o algo estaba sucediendo, y lo comprendí, a la acción le podía acompañar algo inesperado, un efecto sorpresa o, sencillamente, que todo resultara redondo. A ver si me explico, daré un ejemplo tonto del momento justo posterior a darme cuenta de lo que trato de referir. Estaba en ese momento llevando la bicicleta desde el trastero hacia la parte delantera de la casa para salir a pasear a la calle, tenía en mente muy fresco ese haberme dado cuenta que parece una perogrullada, pero me situé en el aquí y ahora y vi cómo todos los movimientos, el giro a la esquina de la casa, doblar la rueda para esquivar la columna del garaje, etc., todo hecho sin detenerme y en un corto espacio físico y de tiempo también salía redondo, la rueda no rozó en nada y los pedales tampoco se engancharon en nada. Tras la columna estaba el cubo del agua del perro, y entre él y la pared de la casa se estrecha el paso por donde debía transitar, obliga a cerrar el giro, tampoco tropezaron los pedales. Eso es lo que sucedió, una tontería que todos hacemos, tal vez, todos los días, pero que hacemos sin estar presentes del todo. La diferencia fue que ese día yo estaba presente totalmente, es como convertirse en toda la maniobra y percibiendo la satisfacción de que muchas cosas hago al día que están muy bien hechas, como esa, en la que todo era casi perfecto. Tuve una sensación de autoestima no buscada expresamente, pero que fue inevitable percibirla.

    Estamos de acuerdo, he dicho una tontería, claro está, si no se es capaz de situarse en el momento preciso que sucedía y se es el acto en sí, la perfección del mismo porque al tiempo se comprende que todo por centímetros pudiera haber sido totalmente diferente, como sucede en otras ocasiones, pero esa vez estaba todo presente, consciente de la acción, la acción misma, como si me hubiera borrado y solo existiera la rueda girando y los pedales pasando por donde debían para no topar con la pared, con la columna ni con el cubo de agua del perro. Muchas veces sucede lo contrario, llego distraído y el giro de la rueda ha de ser forzado o no pasa entre el coche aparcado, la columna del garaje y la pared de la casa. Muchas veces es necesaria la rectificación y tampoco sucede nada, pero ese día tras la lectura y ese darme cuenta, la atención me reportó que hacemos miles de cosas cada día que están perfectamente ejecutadas, que por ello no nos fijamos ni le damos importancia, porque es lo que esperamos obtener. Sin embargo, sí reparamos en las torpezas, en lo que nos sale mal, aunque los resultados sean rectificables y no tengan especial importancia; permitiendo que estos efectos sean indeseados, provoquen nuestra reacción de enfado, nos enerve o mine nuestra autoestima. Por qué lo hacemos, si estamos continuamente haciendo cientos de cosas que las hacemos bien, yo mismo estoy escribiendo en este momento y cientos de veces pulso teclas de mi ordenador y el texto sale como pretendo, pero a veces doy erróneamente en la tecla que no es, he desplazado sin querer un poco la mano y cometí un error no pretendido, ¿Y qué? ¿Por qué esto me hace enfadar, que no es mi caso, si al error le preceden cientos de veces que la letra es la que quiero se añada al texto? 

    Todos hacemos muchas actividades correctamente, ya no diré perfectamente porque cuál es el nivel,  el rasero o el resultado que lo corrobore, seguramente cada uno tendrá una interpretación personal para ello. No seamos tan perfeccionista, que eso nos hace sufrir, nos estresa y nos provoca ansiedad. Tomémonos las cosas con calma, disfrutemos de cada situación, veamos lo positivo que hay en cada una de ellas. Hasta en las que consideremos más duras o malas, seguro que hay un aprendizaje, algo para perfeccionarnos, para completarnos, para comprender a vivir momentos difíciles, por ejemplo. Nunca arrojemos la toalla y, adelante.

    Seguiremos...

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