jueves, 21 de febrero de 2013

AYUDA AL TRABAJO


Cómo podemos proyectar una sociedad inmediata futura, porque no sirve hablar de proyectos a largo plazo, puesto que hay muchas familias que necesitan comer, ya no hablo de otras cosas también necesarias pero que pueden pasar a un segundo plano.
La inmediatez se hace primordial en este momento, y a mi se me ocurre que la salida más rápida, en estos tiempos en los que a muchos se les llena la boca hablando de autoempleo, emprendedores, etc., para que las personas se busquen un medio de vida es la venta ambulante grabada con un pequeñísimo impuesto, y con una normativa sobre modos de ejercer, “con elegancia” si me lo permiten, tipos de escaparates en carritos con un cierto diseño y condiciones para que se adecuen a las calles de las ciudades y pueblos.
Hablo de carritos móviles pequeños con moderados expositores para exhibir sus productos, si llevan comidas o bebidas, equipados con pequeñas vitrinas de frio o reducidos frigoríficos, que se podrían alimentar a 12 ó 24 voltios con placas solares que podrían componer el techo.
Se trata de dejar de hablar que hay que emprender, porque aquí nadie mueve pieza, ni las ayudas son reales, ni los microcréditos llegan. Se mueven muchos papeles que no van a ninguna parte, ni aportan nada positivo a la persona que desea emprender. Es por eso que le doy vueltas, y como sucede en Estados Unidos que están los vendedores de comida rápida en  las calles, nosotros podríamos promover esta faceta de venta ambulante, callejera, con muy poco costo, casi el preciso para comprar el producto que se quiere poner a la venta, y una pequeña aportación al ayuntamiento donde se esté trabajando.
Si no se deja vía libre a opciones como esta, más llevaderas y que debemos interpretar como un recurso para procurarse un sustento para poder vivir, cómo se va a ubicar a la cantidad de personas que están en situación de desempleo en la actualidad. Por otro lado, la cifra de personas desempleadas se incrementa cada día, pues estamos bajo el efecto dominó, y van cayendo las empresas unas tras otras, o bien están aprovechando para rentabilizarse, quedándose con el mínimo personal posible para aguantar el tirón.
La queja vendrá como siempre de los comerciantes establecidos en locales, que argumentarán tener muchos más gastos, pero no es lo mismo trabajar tirados en la calle, que tener unas instalaciones más confortables, ni se produce una imagen igual de favorable en los clientes potenciales. Este extremo tiene solución si los impuestos son equivalentes a las compras y las ventas de cada uno de estos comerciantes, así como a los aspectos que se han comentado; y una vez la proporción quede establecida de un modo justo, no debería incurrirse en reclamaciones ni de los unos, ni de los otros.
La gente no puede perder el trabajo, porque tiene obligaciones, casa, hijos, tal vez deudas contraídas, y hay que echarles una mano, facilitar el inicio de una actividad, poner algo en sus manos de lo que se responsabilicen, y que se convierta en su medio de vida. Tirado no se puede estar, sin ingresos tampoco, sentirse por obligación inservible es humillante, que ningún empresario te quiera contratar porque eres demasiado joven, o por que ya pasas de los cuarenta no tiene sentido, porque tanto unos por su juventud abren las vías de la creatividad, del riesgo y del atrevimiento, que es innovar. Y los otros aportan una mayor experiencia, calidad y seguridad en el trabajo.
Los gobiernos se deben a sus ciudadanos, no a los partidos y no solo a sus votantes, y tienen la obligación de negociar vías de soluciones a los problemas de la población, y ya que oímos tanto como oímos, y hoy no deseo entrar en ello, que se estiren y faciliten los escaparates móviles a las familias sin ingresos, que les graben muy levemente, y que desde mañana si fuera posible muestren que los ciudadanos son importantes para ellos. Si siguen a lo suyo, y continúan sin mover ficha, insensibles a la situación actual, vuelvo a pedirles: que salgan con dignidad y que se vayan. Dejen paso a otras personas a las que si les importe la desgracia ajena, el dolor de los demás, y que deseen aportar bienestar social.

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