jueves, 7 de febrero de 2013

PUEDE IRNOS PEOR


Afortunadamente hay gente muy bella todavía, a la que no le importa mostrarse como es, que son gente próxima, entrañable, generosa, amorosa, que se entrega mucho a los demás.
Afortunadamente, en cualquier momento te sorprenden agradablemente cualquiera de esas personas, para las que, aún, es importante considerar a los demás, compartir, darse, abrazar y mirar con sinceridad a los ojos de la persona que tienen enfrente.
Todos sabemos de la mentira social que está presente, casi en cada rincón de esta existencia, porque las personas lo hemos consentido mientras nos fuimos acomodando a esta manera de interactuar con los demás. Sin comprender que lo que estaba creciendo, se pudría al mismo tiempo.
Ahora estamos dominados por la podredumbre, la miseria y la mediocridad de los actos bárbaros, delictivos y corruptos, que empezando por los estamentos de poder llevan tiempo aceptando como moneda de cambio y precio de la forma de vivir moderna y capitalista. Tenemos políticos corruptos, empresarios que lo son, famosos que evaden capitales, jueces que miran hacia otro lado, muchos señores y señoras del poder que acuerdan o pactan delictivamente y por conveniencia con otros, igualmente delincuentes como aquellos.
Lo peor de todo es que casi todos estos casos son mencionados por la prensa, pero poco más. Aquí no sucede nada, aquí el infractor no devuelve lo robado ni paga un precio por su delito. Esta viene siendo una práctica habitual que cansa a los ciudadanos de bien, nos sentimos además de estafados, perjudicados e impotentes, porque no existen los mecanismos legales y efectivos a disposición del pueblo, que garanticen la destitución inmediata de los individuos, que sirviéndose de su posición social-laboral laceran el bienestar público, los servicios, derechos y mucho peor, desvían o enajenan el dinero de todos los ciudadanos.
¿Qué tiene que ocurrir en este país para ser escuchado?, ¿dónde está la justicia repartida por igual, sin distinción de clases? Estoy casi seguro que entre los planes de los gobernantes, además de forrarse se encuentra el mecanismo, bien pensado, del aburrimiento de las personas. Y lamentablemente lo están consiguiendo, nadie hace nada, cuando con lo que cada uno sentimos interiormente podría suceder de todo. Y cuando digo de todo, conforme están los ánimos, me refiero a todo, y que cada cual haga su interpretación.
Nos están adormeciendo mientras hacen sus negocios, mientras imponen sus reglas, mientras nos ningunean, mientras nos despiden de nuestros trabajos, mientras nos empeoran las condiciones económicas, mientras nos hacen pagar más por servicios que nos están empeorando a propósito, mientras se esfuerzan por hacernos ver que ciertos derechos son insoportables para la Administración pública, cuando se han podido sostener en tiempos anteriores con condiciones peores. Pues hemos pasado, en un par de años, de ser un país solvente a ser un país de ciudadanos en ruina. La Administración, esa cueva de amigotes que ocupan los altos cargos, nombrados a dedo, de cada uno de los departamentos de la Administración de cada Comunidad autónoma; precisamente esas secciones dirigidas por personas puestas a dedo, como pago de favores antiguos y otros intereses y compromisos, no adelgaza. Sin embargo, los funcionarios que aprobaron una oposición para conseguir su plaza, están todo el día en entredichos y son la diana de muchos tertulianos de programas televisivos.
¿Alguien entiende algo del desastre de gestión y de la improvisación que estamos viviendo?

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