Se hace interminable, lo ansías, pero todavía aparece lejos, muy lejos, aunque solo queden dos años y medio. En verdad acabo de cumplir los 64 años, y a pesar de que comencé a trabajar a los dieciséis años, estuve casi diez trabajando en una empresa donde no me dieron de alta. Son cosas que se hacen cuando eres más joven y no miras al futuro, ves más presente que otra cosa, ganas dinero, llegas a fin de mes y todo parece rodar bien. Sin embargo, los años pesan y la tarea, a veces, mucho más. Son circunstancias de la vida de cada cual, y esas fueron las mías, además de verme envuelto de pleno en las diferentes crisis: la del 92, la del 2007-8, que se prolongó hasta 2011, y desde ahí como sabemos levantamos cabeza, económicamente y laboralmente, pero los azotes son continuos. La empresa en la que trabajaba por 2010, cierra en 2011 y al paro, quedo desempleado. Desde entonces acumulo contratos de distinta duración, porque nunca dejé de buscar trabajo, principalmente a través de SAE y Andalucía Orienta, que afortunadamente me ha permitido trabajar en diferentes momentos de estos años, pero no es suficiente para que halle el descanso, la tranquilidad de tener un trabajo determinado, una empresa, unos compañeros, un lugar al que desplazarte, etc. Es un cambio continuo de ambientes laborales, de jefes, de personas, de compañeros, de actividad, y cuando le vas cogiendo el gusto y te desenvuelves mejor, llega el final del periodo contratado, te finiquitan y me vuelvo a apuntar al SAE como demandante de empleo, y cuando he tenido derecho me han pagado prestación por desempleo, y cuando he reunido los requisitos para solicitar la ayuda a mayores de 52 años, lo he hecho. Algo que detengo y reanudo constantemente porque, como dije antes, no dejo de buscar trabajo.
Sucede algo que no respeta las normas laborales, que vienen a decir que los puestos de trabajo deben adaptarse a las circunstancias personales, físicas y mentales, lo meto todo para que se comprenda, del trabajador que va a ocupar ese puesto de trabajo, pero como saben la realidad es bien distinta. Te ofrecen el trabajo y hazlo como puedas, tirate al suelo, arrodíllate, reviéntate las rodillas, contorsionate, etc. El trabajo se ha de hacer a la vista de los jefes y si no te facilitan los útiles, recambios o herramientas necesarios para solventar las averías, te las ingenia como puedas. Y ocurre que a los 64 años no se está como cuando tienes 30 años, seguro, salvo excepciones que serán contadas. Si has estado trabajando y a las ordenes desde que eras un chaval..., más bien estás hasta donde dijimos.
Hoy ha tocado vaciar un poco de la tensión y un cierto disgusto porque me viene sucediendo lo comentado. He visto como al mismo tiempo la empresa ha llamado a personas más jóvenes a las que ha destinado tareas no tan pesadas en secciones más cómodas, que las que me han ofrecido a mí; siendo todos de la misma categoría profesional, los que reparten los puestos de trabajo podrían, mínimamente, estudiar la vida laboral, los curriculums, las edades, cómo se encuentran las personas que van a contratar y con sentido común destinar a las personas más jóvenes a los trabajos que requieran una mayor dureza, porque su condición física no es la misma que la de las personas más mayores.
Comprendo que cuando vemos a una persona de sesenta y tantos años no es como hace tiempo, que eran auténticas personas ancianas. La vida ha cambiado, duramos más y en, aparente, mejor estado, aunque la vida nos haya castigado interiormente de muchos formas diferentes, y cuando exiges al cuerpo, la merma en el rendimiento de éste, se nota.
Seguiremos...
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