jueves, 8 de diciembre de 2022

SOBRE MACHISTAS Y FEMINISTAS

 

                                                         

    Estoy un poco harto de noticias machistas y feministas, estoy un poco harto de la información que va llegando, del empleo de un montón de dinero para algo que solo viene a decir lo que ya recogían otras leyes de nuestro código penal, pero que tanto gusta a algunas de calificar de machista, y a otros de lo mismo con tal de quedar bien y estar a la moda. ¿Nos hemos atontado, o qué? La violencia es violencia, y la violencia no conoce de género, es solo una acción agresiva física o verbal con repercusión de daños, muy probablemente, para la víctima que la recibe, sea hombre, mujer, niño, niña, animal o del reino vegetal, incluso es violencia los actos de vandalismo cometidos contra propiedades de terceros. Así lo veo yo, entonces bastaría con castigar a los autores de la violencia, y ya lo de clasificar la violencia es parte de la programación social que algunos ejercen sobre el resto para provocar el correspondiente efecto de rechazo y repulsa o, enfrentamiento.

    No me siento machista ni feminista, soy persona, soy humano y trato de relacionarme con toda la educación que me es posible, sin que nunca me haya hecho falta estar clasificado de uno u otro, como parece le es tan necesario a muchos. Me sobra, por tanto, toda esa parafernalia que muchas se han montado para tratar de defenderse del incumplimiento de las leyes ya establecidas, del incumplimiento de esos mismos gobernantes que muchas de ellas siguen, que ni dejan pasar a la presidencia del Gobierno ni a la de sus partidos a las mujeres, a pesar de que siempre tienen en la boca la igualdad, claro, una igualdad que ellos son los primeros en incumplir. Han dedicado miles de millones a hacer leyes inútiles, desde mi punto de vista, porque como digo los delitos ya estaban castigados, igual la desigualdad de género, pero lo que hacía falta es que su desobediencia se castigara contundentemente. Miles de millones y miles de páginas escritas no van resolver un problema de injusticia por dejación de funciones de los que tienen que hacer cumplir las leyes. Las leyes pueden estar ahí, pero lo que evitará aquello que persiguen las que tanto gustan de tacharlo todo de mal machista, es la educación de la población.

    Para continuar con la locura o tontura colectiva de un sector de la política, tenemos toda la parafernalia LGTBI, TRANS, la sexualidad en las escuelas no como explicación científica de las funciones del cuerpo, incluido el aparato reproductor tal como se explica el aparato circulatorio, respiratorio o digestivo, sino desde la forma de estimularse, sentir placer, ser niño o niña y decir que se tiene derecho a tener sexo con quien se quiera, o que dé pie a que un juez no castigue a un pederasta porque, según él, la niña no ofreció oposición, o no dijo basta, no, etc., ¿estamos tontos o qué nos ocurre? Con todo esto sucede igual, no hay que dar tanta difusión a nadie, tenga la tendencia sexual que tenga, que la practique y todos en paz. Toda la vida ha habido hombres y mujeres que han preferido amar a su mismo sexo, que han hecho sexo con otras personas del mismo sexo, y ahora hay gente que cree necesario mutilar cuerpos por un error de la naturaleza, tienen que exhibirse en cabalgata por las calles con poca ropa y poses insinuantes. La ley vuelve a decir que a nadie se le discriminará por muchos motivos, entre ellos su tendencia sexual. Ya estaba, ¿A qué tanto ruido? ¿A dónde pretenden llegar los políticos con estas estrategias de confusión y conquista del voto de ciertos colectivos?

    Para terminar, la idiotez suprema de la distorsión del lenguaje, tanto sentirse ofendidas porque cuando toda la vida se ha dicho y escrito "los ciudadanos", se ha entendido que recoge tantos a los hombres como a las mujeres. Las feministas desde el gobierno se han levantado en pie de guerra para que se les reconozca que están dentro de los ciudadanos, y revuelven las normas ortográficas empleando como respuesta "las ciudadanas", refiriéndose a todos. Pero no conforme con ello, elevan el listón de la insensatez para crear una nueva programación, cuando dicen: "los niños, las niñas y les niñez". Tampoco queremos ser pobres, y están los ricos, los pobres, y los que no queremos serlo, cómo nos llamamos: ¿les riques? Sin embargo, no se levantan igual para luchar contra un sistema perverso y corrupto como el que nos impone sus normas y privilegios sin que los ciudadanos podamos votar si lo aceptamos o no, a pesar de que lo tendremos que pagar sí o sí. ¿Han pedido todas esas feministas a las mujeres que se sientan tratadas con diferencia en sus empresas con respecto a hombres en la misma categoría laboral, que lo pongan en conocimiento del Gobierno para que éste se encargue de erradicar tal discriminación por razón de género? ¿Han confeccionado una ley de protección de los denunciantes de esos casos y de los de corrupción, que tan directamente nos afectan a todos, para que no puedan ser despedidos de sus trabajo, si no cometen una falta grave, durante todo el tiempo que la empresa exista?

    Ahora quieren hacer una campaña de juguetes en la que se vea a las claras que los juguetes no tienen género, que jueguen con lo que quieran, siempre ha ocurrido, tú le regalas lo que quiera el niño o la niña y después juegan con lo suyo o con lo del hermano, y vicerversa. ¡Dejen en paz a los niños y las niñas!

    Seguiremos...

    

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