jueves, 29 de diciembre de 2022

NO HACEN LO SUFICIENTE O LO QUE DEBIERAN

 

                                                   Imagen: www.eleconomista.es

    Ante todas las triquiñuelas del Gobierno para parecer que interviene los precios o no los pone más rebajados, me atrevo a pensar lo siguiente: Los alimentos son fáciles de controlar y estudiar en cuanto a costo, márgenes y precios finales. Los técnicos, veterinarios e ingenieros de la Administración, son capaces de calcular con precisión cuáles son los costos de las producciones agrícolas, pesqueras o ganaderas; o sea, se podría determinar el precio razonable que habría que abonar a los productores. Del mismo modo se podría hacer con los que transforman las materias primas, e ir fijando las cantidades a abonar a unos y otros sin que pierdan dinero y con sus beneficios justos, para obtener precios finales en las estanterías que no resulten abusivos. Hay medios para ello, solo que el Gobierno no tiene voluntad de romper las reglas del juego contraídas con el mercado, pero si los otros se las saltan y abusan de su posición como suministradores, hay que pararles los pies, demostrando que con los precios máximos fijados por el gobierno se respetan unos beneficios razonables para esas empresas intermediarias.

     Intensificando la postura gubernamental, si estuvieran trabajando por el bien de la ciudadanía, se obligaría mediante las leyes oportunas a que fuera así, y para ello hay que divorciarse de los mercados, que es tanto como decir que hay que ponerse frente a los que manejan el dinero. Tienen ese poder porque se les ha permitido durante años que campen a sus anchas, que hagan operaciones de todo tipo, más o menos turbias, y que cometan todo tipo de tropelías comerciales. Lo privado, no me canso de repetirlo, es un mal aceptado como bueno porque como dicen algunos hace inversiones que todos usamos, seguro que las cobran con creces. Estoy convencido que no hay nada que como colectivo social no pudiéramos conseguir si no existiera la fuga continuada de capital o dinero público.

    No me convenció lo de los veinte céntimos del combustible, porque qué más da que lo saquemos de la cartera cada vez que repostábamos, a que nos lo incrementen en modo de impuestos semestrales o anuales, o bien en deterioro de los servicios públicos. No me gustó la rebaja del precio de la luz, si ahora las eléctricas vienen pidiendo lo que consideran se les dejó de abonar, e incluso hemos soportado un paso intermedio con el cargo del tope del gas en las facturas. No me gusta la bajada de IVA en alimentos, porque lo necesario e importante, así como definitivo, es que el gobierno cogiera la sartén por el mango, e interviniera los precios respetando lo dicho anteriormente acerca de los costos de cada sector y actividad, bien productiva, logística o comercio directo al público. Entonces, ¿pienso que el gobierno lo hace todo mal? - ¡No!, no pienso eso, aunque se aproxima porque hace tiempo detecté que no es de recibo este o cualquier gobierno que se alinea con los que están en el bando opuesto a los intereses ciudadanos, o sea, de aquellos que toda su pretensión es obtener el mayor beneficio posible del esfuerzo y el trabajo de la clase trabajadora. Pienso así por haber detectado que ningún gobierno, con las leyes actuales y los ideales de partido que tienen, hacen lo suficiente por la gente, y sí mucho por perpetuarse en el poder sin que les falten salarios millonarios, prebendas de todo tipo, privilegios, etc., y provocando importantes fugas de dinero público. Como comprenderán la fe en los gobernantes es ínfima, por no decir nula.

    Seguiremos...

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