Repasamos los hechos, lo que ya todos hemos oído con mayor o menor detalle. La empresa OceanGate con sede en Everett (Washington) EEUU ofrece soluciones sumergibles tripuladas para la industria, la investigación y la exploración. En esta ocasión varias personas con capacidad económica para abonar el pasaje de 250.000 dólares, cada una, para visionar en las profundidades los restos del Titanic, se aventuraron con un sumergible de carbono y titanio, que ni siquiera su estructura había conseguido la homologación necesaria y exigida, de ahí que nos formulemos de inmediato la siguiente pregunta: ¿Cómo ha podido seguir dando servicio a personas, poniendo en riesgo sus vidas, como así ha sido? Aunque como ya sabemos, no solo las puso en riesgo sino que los cinco han pasado al otro mundo. Pero yo creo, en buena lógica, que hay más responsables, no solo la empresa OceanGate, sino la Administración Pública correspondiente americana que no tenía requisado el pequeño submarino sabiendo no superaba las pruebas para sumergirse a esas profundidades. La empresa que se las supo todas, les hizo firmar a los viajeros un documento que les eximía de responsabilidades, incluso en el caso de un accidente mortal... de momento les salió la jugada.
Como todos hemos leído la causa más probable del accidente es la implosión, dicho de otra forma: una explosión hacia dentro, eso es lo que quiere decir la palabra implosión, según el diccionario acción de romperse hacia dentro debido a la presión externa. Hubo de haber un instante en el que la estructura cedió por la presión externa, a la que no pudo contener y ¡Zas!, se produce la explosión o rotura brusca, tal vez aplastamiento en dirección de fuera hacia dentro. La noticia que he leído del diario El Mundo, dice en varios de sus puntos que debió ser una muerte instantánea, sin dolor, tal vez se produjo en un milisegundo... La prensa se esfuerza en aminorar la angustia que una noticia así puede producir en las personas al imaginar cada uno cómo debieron ser los últimos segundos de vida de los tripulantes del sumergible. Quién sabe si el cascarón comenzó a deformarse, si comenzó a crujir y anunció que no podía soportar la presión a la que se le sometía. Si el tanque de combustible se vio comprometido, cada cual, como digo se puede imaginar cientos de situaciones inmediatamente anteriores al accidente. Como quiera que fuese, no puedo pensar que un artefacto para bajar a cuatro mil metros de profundidad, que los físicos e ingenieros saben bien las cargas que han de soportar, no hubieran realizado perfectamente los cálculos y no hubieran elegido correctamente los materiales más idóneos para fabricar el sumergible, pero por otro lado, cómo es que su estructura no hubiera conseguido la homologación, y si era así, ya tenemos la pescadilla que se muerde la cola, por qué se le dejaba operar, navegar, sumergirse, y peor aún, como negocio, llevando pasajeros. Sigo pensando que además de la empresa, hay una parte de la Administración americana competente en la materia, que es responsable subsidiaria.
Y para finalizar, no podía dejar en el tintero la diferencia entre que cinco millonarios estuvieran perdidos, y que un barco patera ande en circunstancias similares, no con cinco, sino con tal vez quinientos migrantes a bordo. Los medios que han puesto los gobiernos de varios países para la búsqueda y localización de esas cinco personas, ha sido un mal escaparate para el resto de la civilización, se nos ha dicho a las claras que la vida de cinco millonarios es más valiosa que la de quinientas personas de otra etnia, ¡lamentable ejemplo de falta de humanidad, o de una humanidad muy egoísta!
Seguiremos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario