Parece que los únicos que han entendido la famosa frase: "La unión hace la fuerza", son los políticos, que buscando la forma de perpetuarse y seguir mandando, no dejan de investigar la forma de unir formaciones, a ver si de esa manera les llegan los votos para seguir en el sillón cobrando de lo público. Casi único objetivo de muchos de ellos.
Lo que hace falta es que encontremos la forma de gestionarnos sin la dependencia de esta casta gorrona. Ya está bien de ser saqueados continuamente por esos señores y señoras, que teniendo unos privilegios que sus propias leyes les conceden, forman una clase social bien diferenciada de la ciudadanía de a pie, otorgándose para sí una cantidad de partidas de dineros por diversos conceptos a los que los trabajadores normales de este país, jamás podrán aspirar. Por sus leyes se han convertido en una especial clase exclusiva y adinerada, situada por encima de nuestras cabezas, muchas veces al margen de la ley y la justicia, saqueadora y delictiva, mafiosa y corrupta muchas otras.
El sentido común me dice que tienen que desaparecer, al menos como profesionales de llevarse un buen trozo del pastel de lo público. El político ha de ser voluntario al servicio de la ciudadanía para hacer posible lo que ésta decida hacer. Y rebajar a los actuales políticos hasta ese punto es una empresa imposible, pues vienen de arriba y más allá, acostumbrados a vivir con muchos miles de euros mensuales a pesar de que digan representarnos o estar al servicio de nosotros, la realidad dice todo lo contrario: se representan a sí mismos y sirven a sus bolsillos. No tienen pudor alguno en legislar en nuestra contra cuando así lo requieren los de arriba, los que les mueven los hilos a ellos, pues al fin y al cabo son títeres del guiñol donde se representa la tragicomedia que ordena la camarilla de avaros y codiciosos que nunca se presentan a ninguna elección. Una camarilla de millonarios españoles y extranjeros, que tienen por manía propia imponer un nuevo orden mundial, que lógicamente pasa por seguir sirviéndose de a la población mundial más humilde, y explotarla.
Los nombres que eligen son solos eslóganes con los que se presentan en sociedad, después los compromisos son otros, llegan las promesas incumplidas, y cuando no saben por donde tirar y cómo justificar la metedura de pata hasta las ingles, dicen que se ven obligados a hacer esto o lo otro porque Europa y los hombres de negro lo imponen. Tienen la salida perfecta, pero a la ciudadanía no nos hace bien las decisiones de las grandes organizaciones millonarias porque sus intereses son contrarios a los nuestros: Si conceden más ingresos a la ciudadanía, ello representa menores beneficios para ellos y para los que representan, o sea, los que les mandan y mueven los hilos, como dije antes. Si conceden más libertad a la gente, ellos se tienen que cortar un poco más, y no quieren, quieren tener toda la capacidad de movimiento posible y toda la libertad para imponer lo que les apetezca y vaya mejor para sus negocios, muchos de ellos delictivos y por tanto realizados fuera de la vista de la gente.
A la ciudadanía solo le sirve un modo de autogestionarse sin la intervención de organizaciones parasitarias que impidan que todo el dinero que pongamos encima de la mesa se emplee en el fin para el que fue recaudado. La ciudadanía es la única capaz de hacer leyes que defiendan sus propiedades, que castigue a mafiosos y corruptos, que quite todos los aforamientos e inviolabilidades, que ponga fin al despilfarro de su dinero, regalándolo mediante subvenciones a parásitos de la sociedad. El poder ha de retornar a la ciudadanía y no debemos descansar hasta que ello sea una realidad. Por eso, votar partidos políticos, o uniones de estos, nunca será la solución. Reflexionen.
Seguiremos...
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