Días atrás escuchábamos que el PSOE pedía a Feijóo dijera cuál era el sueldo que recibía directamente del PP, del partido, a parte del que se sabía recibía del Senado. Por fin parece que ha largado prenda y ha dicho una cantidad, que como casi todo lo de los políticos nos lo tenemos que tragar. Esto me ha llevado a pensar en la función de transparencia que se le presupone, aunque ya sabemos que no es así, al Tribunal de Cuentas. Si todos los partidos están obligados a presentar ante ese organismo sus contabilidades, y aunque sabemos la afición del PP a los números opacos, o dinero B, tengo que pensar que cumple, que es también mucho pensar, que ha debido presentar sus cuentas y en ellas debe estar registradas las cantidades que interesa al PP se sepan, porque es evidente que las que no interesa se sepan las ocultan, como hacen casi todos o todos y la gran mayoría de empresarios. Este el país donde todo el que puede estafa cuanto puede, los que ocupan cargos públicos lo hacen, pero también casi toda la ciudadanía en cuanto le ofrece un profesional realizar un trabajo sin factura, o sea, sin tener que abonar la cantidad correspondiente al IVA.
Después de este rapapolvo que nos lo echamos a nosotros mismos y nos metemos todos, vuelvo al asunto Feijóo, a la poca transparencia, al engaño a las cámaras y al no cumplimiento de declarar todos los ingresos y propiedades, obligación que tienen todos los Diputados y Senadores. Pero dando un paso más allá, si el Tribunal de Cuentas no hace lo que debe, recabar y revisar las cuentas de los partidos, si hay muchos que llevan años sin presentar las cuentas, si no sirve para nada o casi nada, además de ser solo el chiringuito de un montón de familiares de políticos, pues tomemos una decisión: prescindamos de este centro ejemplar del nepotismo español, que al fin y al cabo solo supone un gasto en los presupuestos del Estado, y las cosas no están para ir regalando dinero a los que no son útiles a los objetivos de cualquier órgano gestor en el medio social: mejorar el bienestar de la ciudadanía y hacer progresar al país.
Cuando los políticos debieran ser personas totalmente honestas y transparentes para con la ciudadanía, en muchos casos son todo lo contrario, tenebrosos en su proceder, oscuros en sus mentes, peligrosos en definitiva y estafadores en potencia. No tiene que dar lugar a que tengan que estar preguntando, indagando y exigiendo que alguien obligado por la ley ofrezca todos sus datos económicos y patrimoniales. Lo ha de hacer en cuanto acepta el cargo, pero es que gustan de saltarse sus propias leyes, gustan de ocultar datos, gustan de llevar dinero a terceros países y dejar de declararlos al fisco. En esos momentos y con ese ejemplo demuestran que les importa un pito los servicios públicos, pues al dejar de contribuir o tributar, habrá menos dinero para ese menester. A muchos de ellos les importa solo ellos, su bienestar, su enriquecimiento, pillar de todo y por todo. ¡Valiente desgracia tenemos que soportar, y qué banda de gánsteres y parásitos tenemos que mantener!
Seguiremos...
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