De nuevo al ver el film: El largo camino a casa, te vienen a la mente el dolor, la vergüenza, la injusticia que han sufrido las personas de otro color de piel, consideradas, sobre todo en otros tiempos, personas inferiores intelectualmente y condenadas a la esclavitud de servir al hombre blanco. Mermadas en derecho para caminar por la misma acera, entrar en ciertos negocios, ocupar los mismos asientos en transportes públicos, compartir mesa con el hombre blanco, etc. no entiendo cómo hemos podido llegar a ser tan crueles con nuestro prójimo.
Ese es el origen, de ahí partimos, así que podemos empezar a comprender quiénes somos y por qué sucede todo lo que acontece en las sociedades modernas, pues ni más ni menos que hay monstruos conviviendo con nosotros, impartiendo justicia o haciendo leyes. Personas que no podían hablar a una persona blanca si esta no le había requerido una respuesta o explicación de algún asunto, personas que tenían que mantener baja la mirada para no ofender a su interlocutor, personas que eran continuamente víctimas de los abusos verbales y físicos por parte de la gente blanca. Eran personas denigradas y esclavizadas por el hombre blanco, como si les perteneciera de cuerpo y alma. Lo que hizo una gran parte de la sociedad con ellos no se corresponde con la manera de actuar de los seres inteligentes y con conciencia, mucho menos seres tan dados a aparecer por los templos, por sus sectas, que ya podemos ver para qué les servía.
En EEUU o en África los blancos tienen una deuda sin saldar con las personas de color, aún hoy muchos barrios marginales son habitados principalmente por las personas de color, incluso los peores trabajos, aunque para parchear el mal proceder histórico de esos territorios, por ejemplo en EEUU, se llegara a nombrar a Obama presidente. En África, de mayoría negra, evidentemente muchos presidentes, casi todos son de color, pero no tienen memoria y se han convertido en crueles dictadores de sus pueblos, son ellos ahora los que tienen sumidos en la esclavitud y la pobreza a las gentes de sus países. ¡Qué gustazo saber de las cuatro medallas de oro conquistadas por Jesse Owens en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936! La patada en la ingle que se llevó el dictador racista Adolf Hitler al tener que presenciar la superioridad de este atleta.
Menos mal que el film nos evitan los sádicos episodios que protagonizaron los miembros del Ku Klux Klan, no se ven directamente, aunque se entienden, pues hay una mayoría de población blanca, que para contrarrestar las medidas de protestas y rechazo del uso del transporte público por parte de las personas de color, aparecen y hacen mención a esa sádica organización para intimidar a todas aquellas personas que con sus coches particulares prestaban ayuda a las personas de color para poder ir a sus trabajos y que no los perdieran. Amenazan con volver otro día con capirotes blancos, o sea, que esos mismos se sobreentiende, también daban sustos estando disfrazados. Que haya habido gobiernos, gobernantes y políticos que con ayuda de cargos públicos relevantes y jefes de policía, etc., si no estaban involucrados también, que sería lo más seguro, consintieran toda esa aberración de la mente humana, no tiene perdón de Dios, dicho así para los creyentes.
Aún hoy se dan brotes de racismo y xenofobia porque hay envidia, rivalidad, maldad y un desamor que muchos llevan bien escondidos dentro de sus mentes, congelando sus corazones. Hace falta comprensión, colaboración, educación, respeto y amor por los demás. Hay que desear para el otro, lo mismo que deseas para ti. Hay que esperar que el otro viva bien y nos importe lo que le suceda. Hay que aprender a amarle y cuidar de él. Así debiéramos proceder todos para que la locura bélica y la maldad, que nos rodea por todas partes, cesen.
Seguiremos...
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