Estamos próximos al aborregamiento horario o cambio horario, para que todos nos entendamos. Ya mismo hay que cambiar los relojes y vivir los días con diferentes luces, tanto en la mañana como en la tarde, porque cuando sean ciertas horas que antes no se veía estaremos comenzando a ver algo, y cuando paseábamos con luz, será de noche. El poder político es lo que se impone al ciudadano como cada año en una de sus obligaciones forzosas, pues como saben tenemos otras, la fecha para abonar impuestos, hacer la declaración de la renta, etc. Es una forma de mostrar su liderazgo sobre la población, ordenándole cómo y cuándo se han de hacer las cosas a las que nos obligan. La Administración tiene todos nuestros datos, nuestras posesiones, nuestros ingresos, no haría falta presentar nada en ninguna fecha. No tendríamos que estar continuamente expectantes y preocupados por los plazos para pagar o presentar tal o cual requerimiento o tributo. La Administración lo tiene todo de nosotros, hasta el número de nuestras cuentas bancarias; bastaría con que nos remitieran el aviso de cobro y la liquidación de lo que nos toca abonar o recibir, según fuera nuestra situación. Evidentemente, hecho con rigor y objetividad, sin tratar de engañar a nadie, y como se suele decir: lo mío, mío, y lo tuyo, tuyo.
El ahorro energético es una excusa, una quimera, no se ahorra, lo dicen los técnicos, cada año tengo que decir las mismas cosas ante la patochada del cambio horario, por eso he llegado a llamarle el aborregamiento horario. ¿Quién no ha ido a unas oficinas enormes de la Administración Pública con climatización centralizada en todo el edificio, y va viendo que en cada planta hay decenas de mesas o puestos de trabajo, pero tan solo se ven a tres o cuatro personas ocupándolas? Eso sí que es derroche energético. ¿Dónde se meten todos esos empleados que, supuestamente, han de trabajar en todas esas mesas?
No hay una justificación de ahorro, porque lo que se pudiera ganar en un extremo de los horarios, se gastan en el otro. Además los grandes consumidores de energía, como son las grandes industrias, trabajan en tres turnos, o sea, las veinticuatro horas, no descansan, no paran de consumir electricidad. No hay ninguna rentabilidad, más que la del poder puro y duro, el que se blande contra los ciudadanos a los que se les conduce, se les obliga a aceptar órdenes, mandatos que vienen de arriba, y así se fomenta la resignación y la obediencia. El objetivo es conseguir dominar mejor al rebaño, someterlo sin que haya crispaciones. Un método para adiestrar a la población y evitar revueltas, porque vuelve a quedar patente quién ostenta el poder. Claro, un poder falso, así no dejan que veamos que el verdadero poder es de la ciudadanía, que es la mayoría, la que si se pone de acuerdo y comienza a andar en una dirección sería imparable. El Gobierno y su sistema pestilente trabaja continuamente para mantener dopada a la población por distintos medios a su alcance y evitar la confrontación, para perpetuarse en el poder y vivir con todos sus privilegios auto concedidos a costa de los ciudadanos.
No estoy de acuerdo con que nos sacudan a placer de unos señores que tienen los bolsillos bien llenos a nuestra costa, que nos ignoran durante cuatro años, que nos hablan de democracia sin darnos voz en la vida diaria del país, en las decisiones que toman a nuestras espaldas, derrochando nuestro dinero en muchos de los casos, haciendo los que les place a ellos y manteniéndonos estabulados por este aborregamiento horario, por las demás cosas citadas y otros decretos que se sacan de debajo de la manga, aprovechando que alguna crisis pasaba por allí.
Seguiremos...
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