sábado, 8 de octubre de 2022

NO PARECE INTERESAR

 

                                                      Imagen: www.elciudadano.com

    La situación es delicada, las cosas están mal, realmente mal, hay amenazas serias en el mundo, hay crisis energética y financiera, una inflación de dos pares de cojones, los precios están desorbitados, los presupuestos familiares desbordados, los Estados endeudados hasta las cejas, la soberanía está cedida, vendida al mejor postor que compre deuda. El mundo se encuentra al borde de una tercera guerra mundial, el dragón de tres cabezas que representa a la industria del armamento ha despertado y no deja de calentar el fuego ya encendido por la insensatez de ciertos dirigentes mundiales, y la sombra siempre presente y jaleante de los EEUU de América.

    Hay disputas por doquier, la gente se enfrenta entre sí, los políticos se dedican improperios en lugar de gobernar y apoyar a los gobernantes en la consecución del bien común para todos los ciudadanos del Planeta. Los jueces no juzgan a, según quién sean los actores de los delitos. Los negocios turbios y el saqueo de lo público es como el deporte nacional de los que gobiernan y todos aquellos que ocupan puestos de cierto peso. Están los que quieren privatizar todos los servicios públicos, porque viven para llenar sus cuentas bancarias. Hay otros muchos que se han especializado en mover el dinero fuera de nuestro país, al tiempo que burlan sus obligaciones con  el fisco, evitando contribuir con el pago de los servicios públicos, puesto que sus dineros le facilitan hacer uso de sus seguros privados. Mucha gente no piensa en nadie más que en ellos y sus más allegados. ¡No entiendo este mundo, en estas condiciones! Esto no es convivencia sino competencia. Esto es no dejar vivir al de al lado. Hay quien lo quiere todo para sí y, si pudiera, sin dejar migajas para los demás. Nos han programado para ser fieles siervos de los empresarios, "los señores que dan el empleo", a los que debemos estar agradecidos por servirles una buena parte diaria de nuestro valioso e irrepetible tiempo, buena parte de nuestros esfuerzos diarios, por brindarles nuestras mejores sonrisas, por obedecerles y aceptar sin rechistar el salario que tengan a bien darnos a final de mes. Los trabajadores estamos allá abajo, muy abajo en la escala social a pesar de que con nuestro trabajo se fabrican cosas, se realizan servicios de todo tipo y se generan los beneficios de los que se enriquecen muchos empresarios. Sin embargo, cuando se reúne gobierno y representación de empresarios, volvemos a ser el culo del mundo, volvemos a ser esa mercancía que cuesta dinero al empresario y pelean por concedernos mejoras en forma de limosnas, toda mejora para el trabajador sale de penosas negociaciones porque no nos tienen en consideración, a casi nadie importa ni valora de dónde y cómo se obtienen sus beneficios.

    Los gobernantes tratan de agradar a unos núcleos pequeños adinerados, que es para quienes gobiernan. Se inclinan más por los empresarios de la construcción, otros por los banqueros, otros se llevan toda la vida moviendo los hilos por las alcantarillas de las Instituciones, incluidas altas esferas policiales, creando las cloacas del Estado con las que espían con el propósito de eliminar adversarios políticos, porque todos los que llegan tienen un gran deseo de permanecer en el poder, si por ellos fuera para siempre. El haber perdido de vista la esencia y la razón de ser de que haya un gobierno, nos lleva lenta y progresivamente a la ruina y al abismo. Los gobernantes han desviado su atención desde lo que sería la consecución del bienestar general y el progreso del país, hacia sus logros personales, su ambición propia y el llenado de su cartera. La ciudadanía no existe más que para imponerle normas, que suelte dinero o pedirle que haga el paripé de las urnas cada cuatro año. En esto se ha quedado todo lo que debería ser una verdadera democracia, esta es la soberanía del pueblo, acatar decretos de urgencia sacados de la manga del gobierno, abonar "sanciones" por todo aquello que a los políticos se les antoja y soportar los gastos que ellos tengan a bien generar, muchas veces innecesarios y sobre dimensionados. Nos hemos convertido en la alfombra que todos los que gobiernan se encuentran con el derecho de golpear y vapulear. 

    Y mientras todo lo expuesto sucede en España y en el mundo, los ciudadanos seguimos estoicamente inmóviles, sentados cómodamente en nuestros sofás, muchos atontados con una televisión a medida para alelarlos un poco más. Estamos soportando un tsunami de mierda, incultura, corrupción y degradación a todos los niveles. Juegan con nosotros, pero sin contar con nosotros, y seguimos dormidos.

    Seguiremos...

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