Hoy me gustaría hablar de esas llamadas repetitivas y a horas tan inoportunas, que a todos tanto nos molestan porque alteran nuestras horas de descanso. Hablo del tele marketing, de las acciones comerciales realizadas mediante llamadas telefónicas a nuestros móviles y teléfonos fijos. Llamadas que nos hacen casi a diario, muchas veces desde las mismas empresas de tele operadores, generalmente por encargo de las mismas compañías, que les sirven destinatarios de sus llamadas para que les hagan llegar información, promociones y a ser posible que aceptemos cambios de contratos, de condiciones, o adquiramos nuevos productos o servicios.
Por más que se les diga que no nos interesan sus ofrecimientos, no dejan de llamar un día y otro. Si bloqueo sus números llaman desde otros nuevos. No nos dejan en paz, entran en nuestras casas, por decirlo de algún modo. Resultan molestos y ellos siguen por orden de las compañías que les pagan para que lo hagan. Como siempre esto, que lo sufre un gran porcentaje de la población, debiera estar regulado por ley para proteger al consumidor, al ciudadano, que cuando dice una vez que no le interesa, se debieran de cortar las llamadas hasta que sea el potencial cliente el que se dirija a las compañías a requerir información, o manifieste estar interesado en que le llamen e informen. El gobierno tampoco nos protege de estas molestas intromisiones en nuestras vidas, de esta invasión diaria, de esta alteración de nuestro descanso y tiempo libre. Una ley debería ser redactada para que cuando alguien pueda demostrar que es llamado repetidas veces por personas que hablan en nombre de ciertas compañías ofreciendo contratos, servicios o productos, y esa persona los ha rechazado, no puedan llamarle más, y si lo hicieran las empresas de tele operadores, así como las compañías que en dichas llamadas estén representando sean seriamente sancionadas.
Lamentablemente, hoy en día, muchos solo entienden cuando les cuesta dinero lo que hacen mal. La ciudadanía debería ser sagrada para los gobernantes que dicen representarla, y no los dineros o los famosos empresarios o las grandes corporaciones. Yo estoy harto de coger casi cada mediodía el móvil dos o tres veces para atender llamadas publicitarias y comerciales. Considero que es un abuso, tengo decenas de números bloqueados en el móvil, pero siguen llamando desde otros números, se pasan la gestión de unos a otros, una vez voz de chica, otras de chicos y así. Creo que deberíamos grabar la conversación para obtener la prueba de que hemos rechazado el ofrecimiento que desde el otro lado de la línea nos hayan hecho, y tan solo quedaría que el gobierno hiciera su parte. Por supuesto, tendríamos que conservar el historial de llamadas y las grabaciones para demostrar el acoso telefónico que sufrimos, para poder denunciar cuando la ley estuviera confeccionada y publicada.
Seguiremos...
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