Como es lógico hablo por mí, pero creo que en el fondo a todos o casi todos nos gustaría decidir sobre las cosas que nos afectan directamente. No queremos que decidan por nosotros como si fuéramos niños o personas disminuidas mentales. A mí no me vale que los políticos del Gobierno decidan asuntos importantes como meternos en una guerra o devolver el Sahara a Marruecos, pues las repercusiones de ambas decisiones nos afectan negativamente. Nos están metiendo en el conflicto entre Ucrania y Rusia poco a poco, primero enviando material bélico, posteriormente dando algún apoyo militar con hombres y ahora con aviones que van a estar patrullando como medida de protección o alarma. Los españoles no queremos guerra, no queremos vernos involucrados en un conflicto armado donde nada se nos ha perdido, y solo porque sea el deseo de EEUU, que tantas ganas le tiene a Rusia porque parece que el deber del capitalismo, que todos sufrimos, es ser enemigo eterno del comunismo. En el otro asunto mencionado en el del Sahara y Marruecos, nos ha costado la enemistad con Argelia que venía abasteciéndonos de gas, provocando el corte del suministro y viéndonos obligado a comprar a Rusia, un gas mucho barato que el de EEUU, pero como EEUU obliga a la UE a que sea el suministrador con tal de castigar a Rusia, una mano inocente vuela por los aires los gaseoductos Nordstream 1 y 2, para que todo el gas sea comprado a un precio cuatro veces más elevado a EEUU. Vamos, que hemos hecho una carambola perfecta, por los cojones.
Nos confundimos completamente al conceder todo el poder a los políticos para que puedan llevar a la destrucción al país, para que tengan potestad para hacer lo que ellos convengan o les interese. Los políticos, como he dicho en otras ocasiones, deben ser meros gestores de nuestras decisiones. Es así cómo debiera funcionar la organización de España, de la ciudadanía hacia los políticos. El poder de la ciudadanía, las decisiones deben nacer de nosotros y utilizar a los políticos para que lleven a cabo lo que queramos hacer del modo en que nosotros pretendamos se hagan. Porque la ciudadanía es la que tiene que proponer cómo quiere vivir, qué quiere que se haga y qué no, con su dinero. Eso es soberanía y democracia del pueblo, el pueblo decide. Nosotros tenemos que unirnos si deseamos terminar con esta suplantación de poder que sufrimos por parte de los que habiéndose presentados a unas elecciones desvirtúan el resultado de los votos con pactos de su conveniencia, sin que todos los elegidos estén representados en un gobierno democrático pluricolor, y con una ley electoral injusta que favorece a los partidos más fuertes, concediéndoles escaños con un menor número de votos que al resto de partidos, con el fin de que las fuerzas del bipartismo: PSOE y PP, destaquen injustamente sobre el resto de las fuerzas políticas.
Vuelvo a repetir que no quiero que esos políticos salidos de elecciones amañadas, decidan por mí. Quiero ser parte activa y directa en las decisiones que tome mi país, por qué será que esto no se difunde por los medios, por qué todos ven bien que sigamos siendo marionetas telemandadas por la corrupción política reinante. En la actualidad hay medios tecnológicos e informáticos suficientes para que la ciudadanía intervenga en tiempo real en la gestión del país, para que seamos consultados en cuantos asuntos lo merezca y sea de importancia para la población. A mi no me representan los políticos, y como yo ha de haber muchas personas que piensen esto. Tenemos derecho a ser escuchados y exigimos unas leyes más democráticas y más justas, que nos devuelvan el poder a nosotros. No somos marionetas de una casta política minoritaria que se ha otorgado todo el poder para hacer lo quiera y gastar nuestro dinero en lo que a ellos interese: subvencionan las empresas de hermanos, amigos y otros familiares. Cambian de móviles para conseguir el último modelo iPhone, tabletas y ordenadores. Les pagamos el gasto telefónico y de Internet, pero no solo de los móviles sino de sus casas. Cobran todas las dietas que tienen a bien concederse, todos los sobresueldos que se inventen y demás privilegios, que el resto de la población no tiene. Es evidente que no creo en la casta política, porque no considero que vayan a lograr lo que necesita la sociedad para que todos vivamos bien, tengamos trabajo, haya estabilidad, no haya corrupción, se exija la devolución de todo aquello que nos han robado, se juzgue con contundencia a los corruptos y delincuentes, tengan el rango que tengan, y la popularidad que ostenten. Ese es el país que quiero para mí, para nosotros, para nuestros hijos y nietos, así como para las generaciones futuras.
Seguiremos...
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